Al día siguiente por la mañana Ana se presentó en mi casa. No sé como puede tener una energía tan arrolladora a primera hora del día.
Mientras me duchaba pensaba en todo lo que me había pasado en tan solo 48 horas. Pasar de ser inmensamente rica y feliz y terminar aquí, en la ducha, sola, abandonada... y lo peor, ¡arruinada!, pero así era.
Después de desayunar y poner, por enésima vez, verde a mi ex y a su nuevo ligue, nos dirigimos al bufete. Teníamos que mirar cuál era el paso a seguir. Cómo podía denunciarlo y esas cosas. Pero la verdad es que Jordi no fue nada simpático, pues sabía que mi marido era muy listo y que no se podía hacer nada...
- No digas eso, algo podremos hacer. No podemos dejar que le haga esto. - Ana estaba más indignada que yo, si cabe. - ¡No me lo puedo creer! la engaña, la estafa, la abandona y ella no puede hacer nada... ¿En serio?
- Se me ocurre - Jordi buscaba cualquier cosa que a su mujer le pareciese bien - que podrías ir al banco donde tenéis la cuenta. Me dijiste que era conjunta.
- Sí. Así es. - Estaba verdaderamente turbada por la situación.
- ¿Tienes, igualmente, alguna cuenta para ti sola?
- Sí, tengo una cuenta para mis caprichos. Pero ahora mismo creo que no tengo más de 2000€.
- Bueno, algo es algo....
- Tenemos que ir ahora mismo al banco. -Ana estaba impaciente. Era un culo de mal asiento y no podía estar quieta en un sitio más de diez minutos.
- A ver - Jordi era más pausado, más tranquilo e intentaba que su mujer no me pusiera histérica. -Para sacar tanto dinero tiene que hablar con el director del banco y siendo una cuenta conjunta, lo más seguro es que pidiesen algo como que tu también fueses.
- Nunca he ido al banco. La verdad es que yo no llevaba el tema financiero.
- Eso no es bueno. Pero igualmente tuvistéis que ingresar el cheque que te dieron, ¿verdad?
- Sí, pero lo que hice es firmar un papel que me dio para que él pudiese hacer ese trámite por mi. Yo solo tengo el número de cuenta para poder ver los movimientos por internet y la tarjeta para poder ir de compras o para el cajero. Como ayer.... - pensar en el día anterior me dejaba exhausta. - Parezco estúpida. Le confié todo lo que teníamos y él me deja con 10€
- ¿Sigues con esa cantinela? Te estás volviendo una amargada. - Ana no dejaba que mostara ningún símbolo de debilidad. - Hay que reponerse y seguir con lo que estamos haciendo. Intentar solucionar esto.
- Ahora que pienso.... - me vino algo a la mente - si vosotros sois amigos te habrá dado la forma de contactar con él. - Jordi al oír eso estaba tenso, blanco como el papel, no osaba a mirarnos a la cara. Ana lo supo, nos estaba ocultando algo.
- Querida, necesito hablar con mi marido - Ana me miraba fríamente, sin mover un músculo, pero sabía que me decía "lárgate ahora mismo".
- Por supuesto. Saldré a por un café. Te espero fuera.