Llegó el momento.
- Sí, quiero. - dijo él.
- Y ¿tú... Alex? ¿Quieres a Marcos como tu legítimo esposo.
- Sí. Quiero. - Alex estaba radiante.
- Pues por el poder que me ha sido otorgado os declaro, oficialmente... ¡CASADOS!
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Dos horas antes de la ceremonia....
- No puedo. Lo siento. No quiero casarme con él. Pero no hagáis que todo se pierda.
- No sé hija... Es un poco complicado. Nuestros amigos.... - sus padres estaban preocupados por la petición de Ana.
- Sé que siempre le habéis pedido que se quede dentro del armario y él os quiere tanto y os respeta, que siempre ha sido discreto, nunca le han pillado haciendo nada indebido. Nunca os habéis tenido que preocupar de él...
- Tienes razón... - por suerte, su padre siempre ha sido más fácil de convencer.
- Cariño. Sabes que habrá gente que no tolerará esto y se marcharán.
- Pues que se vayan. Se lo merece, se lo debemos. ¿No crees?
- ¡Y si pierdes clientes! - dijo la madre mientras se levantaba de un salto -. No podemos permitirnos esto, ¿qué pensará la gente de nosotros?
- Sinceramente, querida. Me da igual. Alex es como nuestro hijo y él siempre ha sido un ejemplo a seguir. Ahora, nuestra única hija, la que pensábamos que era inmensamente feliz, ha tenido un problema y ha sabido que Alex era la persona en la que podía confiar. Él siempre ha querido que tú y yo le aceptemos como es. ¡Claro que será difícil!, pero eso no hará que nuestro chico cambie.
- Lo sé... - su mujer empezaba a dudar y eso era bueno. Ana también lo sabía. Era el momento de llamar a Alex para ablandarla.