martes, 6 de marzo de 2012

Suerte vuelve II...(3)

Por fin, en el hotel con Alberto, Ana respiraba tranquila. Sabía que era de cobardes no dar la cara, pero creía que era lo mejor, ya que Alicia no entendería lo que estaba pasando.

Aquel día fueron a comer al restaurante del hotel. Ana y Alberto iban a celebrar su nueva vida juntos. Tenían qué decidir donde irse, qué hacer, cómo vivir. Tenían planes, sueños y no podían dejar de hablar de todo aquello. Ana estaba nerviosa, a la vez que eufórica. Alberto estaba soñando despierto con la oportunidad que había aparecido con la buena y tonta de Ana. 

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Días más tarde....

Ana y Alberto aterrizaban en su nuevo paraíso.

Por supuesto, Ana llamó a Jordi, era hora de decirle la verdad y sin tapujos.

- Jordi, soy Ana.
- Hola. ¿Dónde estás?
- Estoy con Alberto. Jordi, siento tener que decírtelo por teléfono, pero...
- Lo sé. Alicia y yo hemos hablado. Ayer llegó al aeropuerto y me enseñó tu nota. 
- Siento que te hayas enterado de esa manera. 
- Bueno, creo que de alguna forma me enteraría, ya que no has dado señales de vida en días. 
- Sinceramente Jordi - Ana se ponía a la defensiva - ¿qué esperabas?
- Nada- Jordi sabía cómo era. Sabía que su matrimonio, falto de amor y complicidad estaba abocado al fracaso. 
- Pues ya está. Si quieres preparo los papeles y te los envío. Cuanto antes acabemos con esta farsa antes podrás empezar tu nueva vida de soltero. 
- Claro. Pero creo que deberíamos hablar de todo lo que tenemos en común.
- No te preocupes por eso. Creo que lo normal, ya que he sido yo la que te ha dejado, es que te quedes con el piso y las cosas que están en él. Los coches y esas cosas. Solo te pido una cosa a cambio de todo.
- Dime - Jordi sabía lo que quería. Pero Ana no lo tendría tan fácil.
- Quiero la casa de la playa. Al fin y al cabo si la compramos es por que me enamoré de ella.
- Ajá... - Jordi esperó unos segundos y finalmente dijo - Bueno, veo que por lo menos te enamoras de cosas, aunque no sea de personas. Aparte de eso - Jordi hablaba aceleradamente, no quería que ella le cortara - no sé si podrás quedarte con la casa.
- ¿Y por qué no?
- Pues por que el 50% es mía y no quiero dártela. Sé que teníamos un trato sobre las aventuras... Pero no dijimos nada de fugarnos. Tú lo has hecho y además premeditamente. Así que no, no quiero dártela y si quieres habla con ese abogaducho que te has agenciado y pregúntale si puedo hacerlo. Verás que te dice que tengo todo el derecho y si quiero puedo ir a juicio por la casa.
- ¿Por qué me haces esto?
- Para que sepas lo que es que te traten como un trapo, sin contemplaciones. 
- Ya veo... - Ana no se iba a dejar amedrentar por Jordi, siempre había podido hacer lo que quería y ahora no sería diferente. - Bueno, ahora mismo estoy en mis vacaciones merecidas. Cuando vuelva. De aquí dos semanas, pasaré por tu despacho. Así podremos hablar más tranquilamente. 
- Haz lo que quieras. Te estaré esperando. 

Ana colgó sin despedirse. Estaba que echaba humos. Por supuesto, Alberto intentó calmarla, pero fue cuando aprendió que cuando esa mujer estaba furiosa era mejor desaparecer del mapa. 
Cuando por fin pudo calmarse llamó a la empresa. Tenía que hablar con ellos, en teoría se había ido por unos días y ya llevaba más de una semana fuera y tardaría mucho más en volver. 
Roberto, su jefe, se contentó al hablar con ella, aunque le dejó claro, que no corría prisa su vuelta, pues estaba todo controlado. El hombre en cuestión había puesto a una joven ejecutiva, que por supuesto, se estaba tirando, en el puesto de Ana y por increíble que le pareciera, aquella jovencita tenía cerebro, aparte de un cuerpo de escándalo. Llevaba el negocio viento en popa y no tenía ganas de que Ana con su cara mustia y su carácter de sargento volviera por la oficina. 
Hasta los trabajadores venían con otra cara desde que Ana estaba de vacaciones. 

Así que ella le explicó que quería dejar por un tiempo el trabajo y que había pensado en pedir un año sabático. Por supuesto, su jefe no tuvo ningún reparo en ello y pronto llegaron a un acuerdo.

- Cariño. Creo que podríamos disfrutar de este pequeño paraíso y dejar descansar la cabeza. ¿No te parece?
- Claro. - Ana estaba un poco más tranquila. Pero la actitud de Jordi le había parecido desconsiderada y un poco infantil. - Si quieres me pongo el bikini y nos vamos a la playa. 
- Estupendo. Te espero en el bar tomando un coctel.
- Vale.

Alberto tenía ganas de desaparecer un poco. Sabía que Ana y él iban a pasar unos días estupendos en aquel exclusivo hotel, pero se agobiaba al pensar que tenía que pasar 24 horas con ella. A él le atraía esa mujer, pero después de unos revolcones, Ana no tenía mucho más. No sabía divertirse, nunca bebía, siempre estaba seria, no entendía las bromas,.... En fin, "es un coñazo de mujer", pensaba él. 

Alberto tenía un espíritu aventurero, algo de lo que Ana carecía. Ella era feliz tumbada en una hamaca, leyendo un libro o escuchando música clásica. En cambio Alberto no podía para quieto.
Esa tarde estuvieron en la playa. Ana tomaba el sol tranquilamente, pero Alberto, aburrido como una ostra, no paraba de pedirse cócteles. Así que cuando ella le dijo de volver a la habitación Alberto no estaba, precisamente, como para moverlo. Por supuesto ella estaba muy enfadada, pues tuvo que pedir ayuda a un camarero para poder llegar a la habitación.

Al día siguiente ella seguía con su enfado y Alberto con una buena resaca. Por supuesto, cuando se despertó Ana empezó con su sermón. Alberto solo escuchaba un tambor en su cabeza. No había abierto los ojos y ya estaba aquella chillándole por alguna razón.
Esto parece un matrimonio y eso no me gusta , pensó él.

- Creo que no es bueno que bebas tanto.
- Lo sé. Perdona - Alberto intentaba llevarle la corriente, para ver si así conseguía que se callara. 
- Vaya bochorno pasé ayer tarde. Todo el mundo mirando. Tuve que decir que te había dado una insolación.
- Ya.... Ana voy a ser sincero. Me aburro, soporíferamente, estar tumbado en una hamaca. Yo quiero hacer cosas. Estamos en este hotel que tienen excursiones, programas acuáticos,... ¿Por qué no hacemos nada?
- Bueno... - Ana no quería hacer nada de eso. - A mi no me gusta mancharme de barro y lo de hacer actividades acuáticas....  Sinceramente, no sé nadar, así que menos bucear. 
- Pues vaya... Creo que tenemos un problema.
- Nada de eso - Ana intentaba disimular su decepción, proponiendo algo diferente. - A ti no te gusta estar tumbado y a mi me encanta. A ti te gusta hacer deportes y a mi no, así que creo que lo mejor es que pasemos un rato juntos y uno separados.
- Me parece una idea estupenda. Esta tarde iré a correr con los quads. ¿Te importa?
- Claro que no. - ¡Claro que sí!, pero no se lo iba a decir - Yo me quedaré aquí leyendo y descansando. Quedamos para cenar juntos. 

A Alberto se le abrió el cielo. Podría estar a su aire y así no aburrirse con Ana. Después de estar unos días con ella había entendido por que había durado tanto su matrimonio. Por que entre ellos no había pasión desenfrenada, pero sí eran unos muermos. 


Durante esos días, Alberto aprovechó para apuntarse a una carrera de motos de agua. También hizo su bautismo en el mundo del buceo. Mientras Ana se pasaba el día en la playa, tumbada, con un libro, una revista, o si no en su habitación, conectada al portátil para saber las últimas noticias.

Parecía que la relación no iba a tener un futuro largo. Ana se daba cuenta que solo eran compatibles en la cama y pronto se cansarían el uno del otro. 
Había dejado su vida, su marido, su estabilidad, .... por un hombre que no le hacía caso por que le gustaban más los deportes de aventura. 

Aquello tenía que acabar. Tenía que sentarse con él y hablar de lo que querían en el futuro. Ana tenía una edad en la que el ahora era importante, pero más lo era el mañana, pues era donde se sentía que estaba todo el tiempo.
 

1 comentario:

  1. ¡Hola!

    Una buena notícia: has vuelto a escribir.
    Una notícia estupenda: sigues con un
    nivel de primera (en plan egoísta como
    lectora ya me entiendes). Notícia buena
    para ti y un poco menos para mi: nos
    hemos quedado con ganas de más.

    Poniéndonos positivos: se te da muy bien
    escribir, la historia tiene gancho y
    nosotr@s muchas ganas de leerte.

    La metáfora de parte de la historia seria
    como ver realmente lo que te rodea. Y lo
    describes de forma muy real.

    Enhorabuena campeona.
    Queremos más, ya lo sabes.

    Muuuaak ;-)

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