Hola mis pensadores.
Permitidme que esta semana haya estado ausente y que hoy no traiga nada de cine o series, pero es que la ocasión merece la pena.
Hoy, justo hoy, hace dos años que mi pequeña llegó al mundo y es que me encanta recordar ese día lleno de ilusión y buenos momentos (también hubo alguno malo, pero esos se borran de la memoria poco a poco).
En estos dos años siendo su madre he crecido como persona. He podido volver a conectar con mi yo infantil y volver a ver el mundo desde otra perspectiva.
Carlota es una niña vivaz, alegre, con un temperamento fuerte (su padre dice que heredado de mi, pero es que él no conoció a mi abuelo, viva imagen del carácter que se marca la pequeña de la casa). Siempre nos hace sonreír y desde que llegó a este mundo, es una de mis razones para levantarme cada mañana y seguir siendo como soy, viviendo la vida de manera especial, intentando que las pequeñas cosas no me afecten.

Una cosa que me encanta de ella es que no tiene prisa por hacer las cosas. Es decir, ella se marca su propio ritmo y su padre y yo no la obligamos a nada que no quiera hacer. Creemos que en un futuro ya tendrá tiempo de "esas obligaciones". Creemos que cada niño tiene su manera de aprender, su tiempo para cada cosa y nuestra hija ha salido comedida. Ella se toma su tiempo, ella es la que decide cuándo gatear (empezó justo al cumplir el año), cuando caminar (hace 3 meses que lo hace completamente sola), cuando comer con trozos.
Pero de lo que sí me he dado cuenta es de que cuando aprende, lo hace genial. No bien, no con un traspies, me caigo y me levanto. No. Ella lo hace del todo bien, sin titubeos, sin tonterías, simplemente se deja y lo hace. Le pasó con darse la vuelta. Todos los bebés lo hacían ella no. Un día decidió hacerlo y empezó a hacer la croqueta, algo que algunos aún les costaba. Lo mismo con caminar. Sí, ha tardado bastante, pero el día que decidió ir sola no caminó, corrió. Y yo detrás como una loca.
Así que un niño es una aventura genial que me encanta vivir cada día. En la que siempre descubres cosas nuevas, no solo de ese pequeño ser que te mira con admiración, si no también de ti mismo.