- ¿Qué vas a hacer? - le preguntó Alex.
- No lo sé. Tengo que pensar.
- Pero....
- No es fácil. Ahora estoy embarazada. Él es su padre y siento que en algún momento fue sincero. Pero ¿cómo le voy a creer?
- Ana, ¿cómo puedes pensar en eso? ¡Es un cabrón! No se merece nada de ti
-
Yo no soy como él. Yo tengo clase, tengo estilo y no doy puñaladas
traperas. El problema, es que le quiero. - Ella seguía llorando, de pie
junto a la ventana.
- No lo entiendo.... - Alex estaba
desconcertado, - aún sabiendo la verdad, sabiendo que te ha mentido y te
ha puesto los cuernos.... Aún así, quieres seguir con él.
- Sí y
no - era difícil de explicar. Primero tenía que aclararse las ideas.
Faltaban pocos días para la boda, y no podía verle hasta saber qué
hacer.
Después de la charla con Alex tomó una decisión.
Se fue a pasar unos días fuera. La gente pensó que era por los nervios
de la boda. Alex, no quiso dejarla sola y se fue con ella. No le dijo
nada a Alberto, solo le dejó una nota.
Siento irme así. Necesito descansar antes del gran día. Sé que estarás bien. Nos vemos el día B. Te quiero
Alberto
no le gustó nada que se fuera sin decirle adiós. Desde que volvieron
del viaje él había intentado ser el mejor abogado y yerno y no había
estado lo suficiente con ella, pero quería ganarse a su familia. Al
principio el poder y el dinero era lo que le interesaban. Ahora algo
había cambiado. Por supuesto que seguía detrás del dinero y tener el
poder que tenía aquella familia era.... indescriptible, pero no solo
eso. Después de aquel viaje él se había dado cuenta de la mujer tan
maravillosa que tenía a su lado. Se había equivocado, estando con
Jenifer, pero tenía que enmendarse.
Cuando llegaron, Ana y Alex se fueron a comer a un restaurante del pueblo.
- Nunca había estado aquí - dijo Alex, es un pueblo muy bonito.
-
Sí. Yo estuve hace un tiempo. La verdad es que el lugar enamora desde
el primer momento. Supongo que es lo que le gusta a Alberto, la
tranquilidad, la gente, el ambiente,... - Ana se sentía melancólica.
Pero Alex estaba allí para ayudarle a hacer lo correcto.
- Será mejor que pidamos algo para comer y luego nos vayamos a descansar.
- Sí. Quiero dormir un poco. No creo que este estrés sea bueno para el bebé.
- Ummmmmmm .... Creo que no será del todo malo. Al fin y al cabo, creo que será como un guisante.
Los
dos se miraron y se echaron a reír. Alex era perfecto, en cualquier
momento, en cualquier situación intentaba arrancarle una sonrisa. Ana
siempre lo querría como si fuese su propio hermano, y el estar allí con
él era lo más especial que había vivido juntos.
Después
de comer, se fueron paseando hasta la casa. Mientras paseaban, Ana no
dejaba de pensar en Alberto y en sus palabras después de la ceremonia en
la playa. Ella sabía que aquello no podía ser fingido, pero si no lo
era.... ¿Por qué la engañó con aquella mujer? En ese momento, se
cruzaron con una pareja, cogidos de la mano y en los brazos de él, había
una pequeña niña, no debía tener más de dos años, con dos pequeñas
coletitas y un precioso vestido verde.
Alex se dio cuenta de lo
que miraba y la abrazó. Ana solo pudo llorar desconsoladamente. Cuando
se calmó prosiguieron su camino, los dos en silencio.
Se
pasaron la tarde jugando al parchís y a la oca. Ana no tenía ganas de
quedarse sola con sus pensamientos. Necesitaba descansar de ellos. Y
Alex era la compañía perfecta para ello, pues estuvo hablando de sus
amores, sobre todo del nuevo chico con el que se había ido de viaje, a
la boda de Ana y Alberto.
Por la noche, Ana se fue a
dormir temprano, pero para Alex era demasiado temprano, así que se quedó
en el sofá con una gran copa de vino. Sobre las 11 de la noche sonó su
teléfono móvil. Él pensó que sería su nuevo "amigo", como le decía él,
pero su sorpresa fue desagradable al ver en la pantalla de su móvil que
quien llamaba era Alberto.
Al principio pensó en no coger el teléfono, pero después pensó que si no lo cogía se presentaría allí.
- Hola Alberto - contestó Alex al descolgar
- Hola Alex. ¿Qué tal el viaje?
- Bien. Gracias. - Alex era escueto. - ¿Qué quieres?
- Nada. Solo quería saber si habíais llegado bien y si podía hablar con Ana. Es que no me ha llamado desde que os fuisteis.
-
Pues lo siento - Alex necesitaba colgarle el teléfono, el vino le
estaba sentando fatal con aquella llamada. - No se puede poner. No
estaba muy fina y ha preferido irse a dormir. Ya le diré que has
llamado.
- Gracias Alex.
- De nada. - En ese momento Alex iba a colgar, pero oyó, en el último segundo la voz de Alberto gritando su nombre. - ¿Qué pasa?
- Perdona, pero es que me parece raro que a dos días de la gran fiesta os hayáis marchado los dos.
-Mira.
- Alex se le acababa la paciencia. Tenía ganas de gritarle que era un
cerdo, que había hecho daño a una de las mejores mujeres que había en
este mundo. - Ana no se encontraba muy bien. Ya sabes que no le gustan
estas cosas. Así que le dije de irnos unos días y así podría descansar
de todo aquello y centrarse en otras cosas.
- Ya. Lo sé. Pero es extraño.... - Alberto sabía que pasaba algo.
- ¿Extraño?
-
Sí. Se fue sin despedirse. Antes de que llegara de la oficina. No es
muy normal en ella. ¿Seguro que no ha pasado nada? ¿Cómo fue la fiesta
de su despedida?
- Divinamente. - Alex no quería seguir con
aquella conversación. - Alberto, perdona que sea tan brusco, pero me has
pillado, que yo también me iba a la cama. Si eso ya le diré que te
llame.
- Sí. Gracias. Perdona. - Antes de que pudiera decir adiós, Alex ya le había colgado el teléfono.
Al
día siguiente, cuando Alex se levantó, se encontró a Ana en la terraza.
Había preparado un delicioso desayuno. Era su último día de escapada.
Por la tarde, después de comer, debían volver a la ciudad.Alex quería
contarle lo de la llamada de Alberto, pero un profundo odio hacia aquel
ser no le dejaba.
- He dormido toda la noche. ¡Que bien sienta el campo!
-
Esto no es el campo - sonrió Ana, - esto es una casa en un pueblecito.
Si quieres dormir en el campo, con la naturaleza, vete de acampada.
- ¿¡Qué dices!? - gritó Alex - y que me ataque un lobo o un oso.
- Aquí no hay esos animales.
- Eso no lo sabes. Cualquier bicho podría matarme. Además, mi espalda necesita un buen colchón.
Los
dos se miraron y se sonrieron. Fue el momento en que Alex se dio cuenta
del brillo en la cara de Ana. Había tomado una decisión.
- ¿Y qué tal tú? ¿Has podido dormir?
- Bueno. Al principio no podía. Incluso oí el teléfono y que hablabas con Alberto.
- ¡Ay! - dijo Alex - se me había olvidado. Es verdad que llamó.
- Sí. ¿Qué quería?
-
Nada especial. - Alex no podía mirarla a la cara, así que cogió una
tostada y empezó a untarle mantequilla - Solo quería saber si habíamos
llegado bien, y preguntar si pasaba algo.
- ¿Por qué?
- Dice
que no entiende el porque nos fuimos de esa manera. No le dije nada.
Solo que estabas cansada y que por eso habíamos decidido irnos.
- Gracias. - Ana tomó un sorbo de zumo.
- ¿Has tomado alguna decisión? - preguntó justo antes de morder la tostada.
- Sí.
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Había llegado el gran día. Todos corrían por la casa. Los invitados llegarían de un momento a otro.
Ana
estaba en su habitación, esperando que llegaran el peluquero y la
maquilladora. Su madre había preparado todo hasta el último detalle,
incluso cogió una habitación en un hotel cercano, donde la familia de
Alberto y él dormirían la noche anterior a la gran fiesta.
El
único que no se le veía nervioso era Alex. Se había levantado por la
mañana, había desayunado en la terraza y había estado hablando por
watshapp. Después de su viaje de descanso, Ana había tomado la decisión
de seguir adelante. Aunque Alex no estaba de acuerdo con aquella
decisión, estuvo a su lado en todo momento.
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Cuando
llegaron a casa. Alberto estaba a punto de irse al hotel. Pero Ana le
pidió que se quedara para hablar. Debían estar solos, así que se fueron
al jardín. Allí Ana le contó el por qué de su marcha y el como se
sentía. Alberto lo sabía, sabía que algo había pasado y que por eso ella
había huido de esa manera.
- Ana. Lo siento.
-
Eso no me basta. Mis padres han hecho mucho por nosotros y han preparado
todo esto. Así que seguiremos adelante. Te doy una última oportunidad.
Espero que la aproveches. Pues me estoy cansando.
- De acuerdo.
-
Por cierto - Ana le miraba fijamente a los ojos - antes de que mañana
nos casemos, quiero que llames a Fran y le cuentes lo que pasó entre
vosotros. Quiero que él también tenga la opción de decidir.
- De acuerdo.
-
Si me entero, en cualquier momento, que me has mentido en algo, sea en
la llamada a Fran como en que has estado con una mujer, te quedarás sin
nada. ¿Me has entendido?
- Sí. Ana. En serio, yo te quiero.
- Si me quieres.... ¿Por qué me tratas así? ¿Por qué me engañas?
- Yo quiero tener un futuro contigo. El día de nuestra boda en la playa me di cuenta de lo tonto que era.
- ¿Tonto? ¿Por qué? ¿Por ponerme los cuernos con esa barbie o por querer casarte por el dinero de mi familia?
-
Por todo. No necesito nada, no quiero nada. Solo a ti. Si ahora me
dijeras que tu familia es pobre, seguiría con esto adelante. El dinero,
hoy por hoy no tiene nada que ver con todo esto.
- Me alegra oír
eso. Sobre todo, por que debes madurar, y espero que sea rápido. - Ana
quería contarle lo del bebé, pero no podía. Algo dentro de ella,
prefería guardar ese secreto.
Por la noche, en la cama,
Ana solo pensaba en la conversación. Pensaba en si era verdad, en como
sería su futuro, a partir de la boda, como sería estar casada con aquel
hombre. Entonces, en ese momento, sonó su teléfono, era un mensaje.
Hola
Ana. Soy Alicia. Me he enterado por mi ex suegra, ahora la tuya, que
mañana te casas con Alberto. Espero que seáis felices y que él no te
haga sufrir como me hizo a mi. No te guardo rencor por lo que pasó. Lo
nuestro estaba roto y tú le quería demasiado para dejarle escapar. Ojalá
todo hubiese sido diferente. Saludos y hasta pronto.
Alicia....
La ex de Alberto, de la que no sabía nada desde que la abandonaron
juntos, en aquel viaje, le había mandado un mensaje para que fuera feliz
con él. No le guardaba rencor y quería que fuera feliz con Alberto.
Pero.... ¿alguien podía ser feliz con él?
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Ahora todo estaba en marcha. Por fin habían llegado los estilista para arreglar a Ana y a su madre.
- ¡Vais a quedar perfectas! - dijo el peluquero.
-
Hoy es un día importante, vendrá todo el mundo. Debe quedar todo
perfecto. Así que tenéis que intentar quitarle esas ojeras a mi hija. -
La madre de Ana estaba nerviosa, se jugaba mucho con aquella fiesta.
Habían invitado a gente muy importante y para ella que algo saliera mal
sería un desastre.
- Perdona mamá, por estar nerviosa y no dormir bien - dijo Ana medio enfadada.
-
Hija. Por suerte tenemos estos maravillosos estilistas, que nos dejarán
perfectas. - Su madre, vivía en su mundo y no se daba cuenta de que a
Ana le importaba bastante poco, después de la noche que había pasado.
Después
de peinarlas y maquillarlas, Ana se quedó sola durante escasos minutos.
Los que aprovechó para respirar produndamente y convencerse a sí misma
que hacía lo correcto.
- ¡Hola! - gritó Amanda al entrar con Cayetana y Fabiola. - ¿Cómo está la persona más importante de la fiesta?
- No creo que ser la persona más importante - dijo Ana mientras miraba por la ventana como ultimaban los últimos detalles.
-
Claro que eres la más importante, o como mínimo eres a las que todos
mirarán. Hoy es tu día y aquí nos tienes a nosotras para ayudar a
vestirte.
- No creo que necesite ayuda de las tres - dijo mientras
se acercaba a ellas. - He pensado que tú podrías ir a buscar los ramos
de las damas de honor que tiene mi madre guardados y tú, Fabiola, por
que no traes algo para amenizar el rato que estemos aquí.
- ¿Y yo qué hago? - preguntó Cayetana.
- Podrías quedarte conmigo y ayudarme a preparar algunas cosas.
- ¡Estupendo! - dijo Amanda con tono de fastidio - pues ahora volvemos nosotras.
Cuando aquellas dos arpías cerraron la puerta, Ana se sentó con Cayetana.
- ¿Sigues adelante con todo esto?
-
Sí. Ayer noche hablamos. Lo confesó todo. Pensé que podría darle una
oportunidad. Dice estar arrepentido y que no volverá a pasar. Creo que
lo decía de corazón.
- Puede ser... - Cayetana se levantó de la
cama y se acercó al vestido de novia. - Es un vestido precioso. Tu madre
tiene un gusto exquisito.
- Anda, dímelo
- ¿Decirte qué?
- Lo que piensas - Ana sabía que ella no estaba a favor de aquello.
-
No soy nadie para meterme. Ana, solo puedo hablarte desde el corazón y
como mujer cornuda casada. - Ana se levantó para que Cayetana le ayudara
a ponerse el vestido de novia, de Carolina Herrera que su madre había
elegido para ella -. Mi marido me ponía los cuernos desde antes de
casarnos. Yo le pillé una vez y cuando le pedí explicaciones, dijo que
estaba muy arrepentido y que no volvería a pasar. Dos días más tarde me
regalaba el anillo de compromiso y como estaba tan enamorada de él,
acepté sin dudar.
- ¿Estabas?
- Sí. Estaba. El amor se
acaba y se convierte en rencor cuando ves que la persona que está a tu
lado te miente constantemente. Me fue infiel en la luna de miel, con una
italiana, que por cierto, también estaba en su viaje de novios. Durante
estos años he aparentado amar a ese hombre, pero no le quiero. Lo único
que quiero, de lo que me ha dado, son a mis hijos y si no me separo de
él es por que me quedaría sin nada, incluyéndolos a ellos. Hace unas
semanas, justo en tu casa lo pillé, otra vez, siéndome infiel, lo peor
es que era con Amanda, en el baño.
- ¿El día de la fiesta?
-
Sí. Ese mismo. Después de pillarles, cuando volvíamos a casa le
pregunté por que no se escondía como antes y me dijo que no tenía por
que, pues yo, con mi actitud, le había ayudado a que me lo hiciera
cuando quisiera. Quiero dejarle, te lo juro, pero tengo miedo que me
quite a mis hijos. - Cayetana estaba terminando de abrocharle el
vestido, y con voz temblorosa, le dijo -. Si estás segura 100% que él es
el hombre correcto y que eso no volverá a pasar, seré la persona más
feliz, pero si tienes dudas, piensa que no os ata nada.
- Pero... - Ana se tocó la barriga - Estoy embarazada.
-
¡Qué dices! - gritó Amanda desde la puerta -. Pero que gran noticia -
Ana y Cayetana se sobresaltaron, pues no esperaban que nadie les
estuviera espiando.
- Amanda. Tenemos unas conversación privada -
Ana no quería que estuviera allí, no podía ni mirarla a la cara sin que
se le notara el odio que le profesaba por lo que le había contado
Cayetana -. Vete ahora mismo.
- Pero soy una de tus damas de honor. Tenemos que celebrar esa feliz noticia.
-
Yo contigo no quiero celebrar nada. No me gustas. Mangoneas a la gente,
apuñalas a quien puedes, incluso - en ese momento miró a Cayetana y la
cogió de la mano - a tus mejores amigas. Las únicas que te soportan, por
que las tienes amenazadas. Si no se hace lo que tú quieres montas en
cólera. ¿Qué pasa? ¿Ibas a contarme lo de la infidelidad de Alberto
justo después de la ceremonia? - Amanda se había quedado callada. - No
quiero verte. Quiero que te vayas. ¿Tú?. ¿Dama de honor?. No tienes nada
de dama y menos honor.
- Cayetana.... - Amanda se fue hacia ella con cara de furia. Pero en ese momento Ana se interpuso, empujó a Amanda y le dijo:
- Ni te atrevas a amenazarla. He dicho que te vayas. No me hagas llamar a los de seguridad.
Cuando Amanda iba a salir de la habitación, vieron que Fabiola estaba allí. En ese momento, miró a Amanda y se puso a aplaudir.
- Vaya paliza te ha dado.
- Ven conmigo - le ordenó Amanda.
- No. - Fabiola miró a Ana - Si ella me deja, quiero estar con Ana y Cayetana, verdaderas mujeres y no arpías.
Después de la pelea. Ana les pidió que llamaran a sus padres.
- Hija.... Estás preciosa. - dijo su madre al entrar.
- Gracias mamá. La verdad es que el vestido es muy bonito.
- Sí, pero te aprieta un poco. ¿Has engordado?
- Por eso os he llamado. - Ana cogió de la mano a sus padres y los sentó en la cama.
- Hija, no tenemos tiempo que perder, los invitados están llegando y debemos recibirlos.
- Creo que nuestra hija tiene algo que decir. ¿No te parece que eso es
más importante que los dichosos invitados? - su padre, como siempre,
frenaba el ímpetu de aquella mujer, para que su hija se sintiera segura y
querida.
- Gracias papá. Mamá, va a ser rápido, pero es importante. - Respiró
profundamente, se tocó el vientre, los miró y dijo -. Estoy embarazada.
Sus padres saltaron de la cama a abrazar a su hija. Los dos estaban como locos de contentos, por saber que iban a ser abuelos.
- ¡Eso es estupendo! - dijo su padre.
- ¡Hija! Que gran noticia. Hoy tenemos mucho que celebrar. Alberto es un gran hombre.
- ¿Tu crees? - dijo Ana. - Tengo mis dudas.
- Va.... Tonterías. - dijo su madre. - Son dudas que siempre tenemos antes de decir el sí quiero.
- No lo sé.
- Hija, ¿qué pasa? - su padre lo sabía. Sabía que Ana nunca dudaba. Algo estaba pasando.
- Alberto me ha sido infiel. Y no solo una vez, si no muchas desde que
estamos juntos. Antes de traerlo a casa le pedí... - Ana les contó
todo.Su viaje al Caribe, el problema de los cuernos, la promesa. La
noche antes de la boda, las fotos que Alex tenía, la conversación que
Cayetana había escuchado.... - Le quiero mucho, pero no creo que sea el
hombre adecuado para mí. Siento que si me caso con él, perderé mi
personalidad. Además.... - Ana volvió a tocarse la barriga - no quiero
que este bebé crezca con unos padres que no se quieren. Pero me he dado
cuenta demasiado tarde, la gente está llegando....
Sus padres no decían nada, se miraban el uno al otro. Su madre solo
pensaba en la ruina que sería la fiesta y la comidilla de todos los
asistentes, durante meses o años, por lo ocurrido. Su padre pensaba en
su hija, en el bebé que llevaba y en su felicidad.
- Ana. Si no quieres casarte con él, no te obligaremos. Es importante, que tú estés bien y segura.
- Gracias papá. - Ana y él se abrazaron. - Mamá, tú no dices nada.
- Hija. ¿Por qué ahora? - su madre seguía procesando la información. - Será nuestra ruina social...
- No tiene por qué. Sé de una persona que ha encontrado a su media
naranja. Y quiero que esa boda sí se celebre, por que él se lo merece,
por que siempre ha estado a nuestro lado, por que solo quiere que le
entendais. Hacedlo con esta boda.
Uff, uff, uff...
ResponderEliminar"Demasié pa'l cuerpo" nena. Genial, increible.
Definitivamente, me encanta.
A ver, por partes: (no sigo ningún orden especial) Álex es genial; Yo quiero uno para mí. No es la primera vez que lo digo, ¿verdad? ;-P
Respecto a Ana me gusta su progresión. No lo considero un cambio-cambio. Ella sigue siendo una persona segura de si misma y muy decidida.
Ahora bien, hay ciertas cosas que las ha vivido en primera persona y de otras a visto la otra cara que ella desconocía. Ha ampliado su perspectiva de las cosas. Y no ha sido fácil.
Por Alberto... Le dedico otro título de película clásica "La carga de la caballería ligera". Aunque en su caso carga es quedarse corto y ligera un eufemismo XDXDXD
Y las arpías. El plato fuerte. También ha sido gratificante verlas un poco más de cerca. Con ello no voy a convertirme en su fan incondicional. Ni mucho menos. Pero cuando ellas mismas se han mirado en el espejo el reflejo no ha sido agradable, por ser diplomática. Ellas iban en bloque contra todo el mundo y ha sido una sola persona quién las ha dividido. O más bien quién ha abierto las brechas que las separaban. es como dar una bofetada sin mano. Mucho más elegante y efectivo.
Son unos personajes muy reales, los has descrito muy bien. Aunque es triste saber que hay más arpías que Alex; Tú me entiendes. ¿No es muy profundo para estas horas? ;-)
Los padres hoy también tienen su apartado. No voy a macharcarlos; Pero si diré que me ha parecido muy tierno el momento en el que el padre de Ana se ha centrado en la felicidad de su hija. La madre de Ana necesita un poco más de contacto con la realidad.
Destaco, y de verdad, el giro del final. La generosidad de Ana de trasnformar su día en la muestra de apoyo y cariño, en un empujón para que alguien agarre su felicidad con las dos manos. Si es lo que yo me pienso, claro. Creo que esta vez aunque no sea pitonisa acertaré.
Y enhorabuena de nuevo Pati. Una historia genial. Lo bien que me lo pasaré cuando la lea toda del tirón (con palomitas por supuesto). Así no pensaré tanto en el hecho que la historia llegará a su fin, eso sí, a su debido momento.
¡¡Sigue así!!
Me encanta lo de "dia B" jejeje...
ResponderEliminarEStaba claro que tenía que abrir los ojos de una vez...quien engaña una vez lo vuelve a hacer...¡a la porra Alberto!
Para leer el siguiente capi me pondré elegante en plan B,jijiji
Te esperaré con ese elegante traje para el gran momento. Pues sabéis que en el próximo llegará!!! jajajaja.
EliminarGracias por comentar!