jueves, 7 de junio de 2012

Suerte vuelve II... Cap 17

- Mamá, papá. Me voy unos días a la casa de la montaña. Necesito descansar, despejarme y aclarar las ideas. Debo mirar qué hacer a partir de ahora.
- ¿No puedes volver a tu antiguo trabajo en el bufete?
- No - Alberto se había comportado fatal y lo sabía. - Además, está Jordi y no quiero verle la cara. 
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Habían pasado unos días desde el fatídico día. Alberto había intentado ver a Ana, hablar con ella, llamarla, enviarle flores, bombones, ... Pero nada daba resultado. En cuanto decía su nombre, le colgaban el teléfono, tenía vetada la entrada en la casa. Todos los paquetes que enviaban, le eran devueltos de forma inmediata.

Después del último rechazo, su padre habló con él.
- Hijo. Le hiciste daño. Sabiendo lo que ella era para ti. Te dio igual. Ahora debes pagar las consecuencias.
- ¿Qué te crees? - Alberto estaba enfadado consigo mismo por haber estropeado todo aquello. - Cada noche lo pienso y me tiro de los pelos. Hubiese sido feliz con Ana.
- ¿Estas seguro? - su padre sabía qué preguntar - ¿Con ella, o con su dinero? 
- ¿Perdona? ¡Yo quiero a Ana! - dijo indignado.
- Ya... Sin embargo la engañas con otra chica más joven, también con pareja. Y encima la noche antes de aquella preciosa ceremonia, la que realmente era importante para ella. Creo que quisiste enamorarte de ella, por que es una excelente persona, pero hijo... te pueden las faldas. Aunque quisiste enmendarte no has podido y tu plan, tu verdadero plan, y no me engañes, era estar casado con ella y despilfarrar más y más. 
- Bueno... Eso en realidad... Es que... - balbuceaba cosas sin sentido, pues su padre había dado en el clavo y a él no podía mentirle.
- ¿Le hubieras pedido matrimonio si su familia fuera humilde como la tuya? - la gran pregunta apareció. Y Alberto supo, en ese momento, que no se enamoró de Ana, simplemente tuvo remordimientos al verla frágil, buena y sincera. 
- Tienes razón. Lo sé. Pero estaba tan cerca...
- Si se hubiesen enterado, hubieses tenido un divorcio express y ya estarías divorciado. Además, no te hubieras llevado nada. Me dijiste que firmaste un acuerdo prematrimonial antes del viaje.
- Si, pero firmé después de hablar con su padre. Él añadió una clausula, y si hubiese durado casado con ella un año, me hubiese llevado 1 millón. Siempre y cuando yo le hubiese sido fiel. - Su padre le miró anonadado. - Sí , lo sé. Hice mal, sabiendo esto, y acostándome con la otra, pero .... ¿qué quieres? Tú mismo lo has dicho, me pierden las faldas. El problema es que yo quería serle fiel ese año. Vivir la vida, hacerla feliz, y pasado el año, si no me había enamorado de ella, me divorciaría y tendría la vida resuelta, pero hubiese sido un yerno estupendo.
- Pues lo estropeaste todo. La verdad. No entiendo como puedes ser tan frío.
- Yo tampoco. 
 Después de aquella conversación. Alberto entendió que todo había acabado y que era mejor dejar las cosas como estaban. 

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-  Me iré a la casa. Descansaré y vendré con un nuevo plan. 
- De acuerdo hijo. Te esperamos aquí. 

Después de despedirse de sus padres. Alberto llamó a Jenifer. 
- Hola. ¿Estas libre?
- Como un pájaro. Ahora que Fran no quiere verme. 
- Te invito a pasar unos días conmigo. En mi casa de la montaña. Podremos olvidarnos de nuestros ex, mientras....
- ¿Mientras lo hacemos por toda la casa como conejos? - dijo ella entre risas.
- Si quieres que sea así.... - Alberto colgó y en 40 minutos llegó a casa de Jeni, que le esperaba con la maleta llena. 

Jenifer se subió al coche, mientras Alberto guardaba la maleta. Después pusieron rumbo a las montañas. Tenían casi dos horas de camino, pero para Alberto merecía la pena, solo por tener aquel trocito de cielo solo para ellos.

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Dos horas y media después, llegaron a su destino. Alberto aparcó delante de la casa. Jenifer estaba loca de contenta, pensando en todo lo que podría hacer en aquel sitio. Descargaron el coche y fueron hacia al porche de la entrada. 

A Alberto le pareció raro, por que al ir hacia la casa, creyó ver un coche dentro del parking.

Seguro que no he visto bien. Aunque a lo mejor, conociendo a Ana esta hubiese sido su sorpresa por la boda y no se acordó de llevárselo, jejejeje. Pensó tontamente.

- Estoy como loca. No sabía que la casa era tan grande. Sinceramente, al decirme que estaba en la montaña, me imaginé una casucha de madera, típica, como la que tiene Aidan en Sexo en Nueva York.... ¡Dios mio! yo soy Carrie y me muero si tengo que dormir allí una noche. Esto no es una casa... 
- ¿Ah no? - preguntó Alberto con una sonrisa maliciosa. - Y entonces.. ¿qué es?
- ¡Es un palacio! Es un sitio maravilloso. Aquí si quiero cocinar no me quemaré las piernas con el horno ...
- ¿Perdona?
- Nada. - Jenifer seguía divagando con su serie favorita. Recordando el momento de Carrie intentando hacer un pastel de manzana con Samantha, en la casa de campo de Aidan. - Es una tontería. ¿Por qué no abres la puerta?
- Eso intento. Pero la llave no da la vuelta. Esto es muy extraño.....
- ¡Espera! - Jenifer pegó la cabeza a la puerta de la entrada - Creo que he oído un ruido - le dijo con tono bajo, como si le contara un secreto. - Creo que hay alguien en esta casa. 
- Eso no es posible. Esta casa es....

Justo en el momento en que Alberto se disponía a dar una vuelta por la parcela y mirar qué coche había en el parking de la casa se abrió la puerta de esta. 

- Hola. ¿Qué hacéis aquí? 
- ¡Hola guapo! - Saltó Jenifer desde las escaleras - ¿Te acuerdas de mí? ¿Soy...?
- Sé quien eres. Eres la chica con la que Alberto estropeó lo mejor que le ha pasado en la vida. 
- Hola Marcos. ¿Qué haces aquí?
- Estoy pasando mi luna de miel, con mi marido en nuestra nueva casa. ¿Te gusta?
- ¿Perdona...? ¿Qué has dicho?
- Si quieres te lo repito más alto, pero no más claro. ES -TOY - EN - MI - LU - NA - DE - MI - EL - CON - MI - MA - RI - DO - EN - NU - ES - TRA - NUE - VA - CA -SA.
- Te había entendido. Era un eufemismo. - dijo Alberto con fastidio.
- ¿Con qué? - preguntó Jenifer.
- Nada cariño. ¿Por qué no vas al coche? 
- Quiero saludar a Alex. Me cae bien.
- No creo que le guste verte.... - dijo Marcos, mientras sostenía la puerta con fuerza, para que ella no entrara. 

- ¡Cariño! - gritó Alex al entrar por la puerta trasera. - Los vecinos nos han invitado a una barbacoa mañana. 
- ¡Qué bien! - dijo Marcos sin quitar ojo a Alberto y Jenifer. - Yo también tengo una noticia, pero no te va a gustar. 
- ¿Qué pasa? - dijo desde la cocina.
- Tenemos visita. - Marcos no se atrevía a decirle quien era.
- Pero eso es bueno - Alex caminaba desde la cocina a la puerta. En ese momento, Marcos abrió un poco más la puerta, y se encontró con las caras de Alberto y Jenifer. El primero estaba enfadado, lleno de odio y la segunda, que no se enteraba de nada, tenía una sonrisa de oreja a oreja y daba saltitos mientras gritaba felicidades. - ¿Qué queréis?
- Quiero entrar en mi casa. - dijo rápidamente Alberto.
- Pues no sé... Creo que te has equivocado. - Dijo Alex al llegar a la puerta. - Por que esta es nuestra casa. Me la regaló Ana el día que me casé con Marcos. 
- Eso es imposible. Ana la recompró para mí. Cuando decidimos casarnos...
- Ya... Eso... - Alex miró a Marcos y los dos sonrieron. - ¿Tu eres abogado, verdad?
- Pues claro que lo soy.
- Y no dicen que siempre hay que leer la letra pequeña del contrato.
- ¿Qué quieres decir? 
- Quiero decir.... Que la casa no estaba a tu nombre. En el contrato prematrimonial que te dieron a firmar lo ponía. 
- Eso no es verdad.
- Sí lo es. - contestó Marcos, en defensa de su marido. - Por suerte, Alex no es un mentiroso y los dos vimos el contrato, pues cuando Ana nos dio las llaves no entendíamos nada. Tú firmaste los papeles y había una clausula en la que ponía que la casa era de la familia y que solo sería tuya pasado un periodo de tiempo de 10 años de matrimonio. 


Alberto se sintió el ser más insignificante. No tenía nada. Ellos habían sido más listos, no fiándose de él. La casa nunca hubiese sido suya.

Salió rápidamente hacia el coche, se subió arrancó y se fue. Sin acordarse de que dejaba a Jenifer en el porche con la pareja recién casada. 
- Pero... ¿Dónde va? - dijo Jenifer al ver como se alejaba de la casa.
- Pues ni lo sé, ni me importa. - dijo Marcos mientras entraba en casa.
- Pero.... - Jenifer no sabía lo que pasaba. ¿Cómo iba a volver? - Y ahora ¿qué hago?
- Pues mira bonita - dijo Alex con chulería. - Coges la carretera, y caminas 7 kilómetros hasta llegar al pueblo. Allí tienes una parada de bus que te llevará hasta la ciudad. 
- Pero eso ... ¡es mucho! - dijo entre pucheros.
- Ya... Bueno, siempre puedes hacer autostop y que alguien te recoja y te lleve. Pero yo no contaría con ello. ¡Adios! - Y así Alex se despidió de Jenifer, mientras esta cogía su maleta y empezaba a caminar por la carretera.

- ¿No crees que hemos sido un poco arpías con ella? - dijo Marcos mientras miraba por la ventana como se alejaba. 
- ¿Arpías? ¿Nosotros? Ella es la que se tiraba a Alberto a espaldas de Ana y de Fran
- Lo sé. Pero... me da pena 
- Pues a mi no. - Alex solo pensaba en el dolor de su querida Ana. - Además, en un kilómetro tiene la granja de los Hernández. Seguro que uno de los chicos querrá llevarla hasta el pueblo. 
- Si... En eso tienes razón. Tanta testosterona junta... Seguro que se pegan para ver quien la lleva.
- Sería digno de verlo. 
- No seas malo...

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Alberto había parado en una gasolinera, en la carretera. No podía creerse como se la habían jugado. Por segunda vez se había quedado sin nada y por segunda vez había sido por su culpa y las faldas. 
Intentó calmarse, fue cuando se dio cuenta de que Jenifer no estaba con él.

¡Mierda! , pensó. Será mejor que la llame. 

- Hola Jenifer. Lo siento. Estaba tan...
- ¿Qué quieres? - contestó ella - Ahora, después de tanto rato te has dado cuenta de que me has abandonado en la cuneta. Por mi puedes morirte Alberto.
- ........ eso, eso, muérete y deja a la chica en paz .... - Alberto no sabía quien hablaba. Pero después de aquello, le colgaron.

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Solo, derrotado, abandonado, sin trabajo, sin dinero, sin nada de nada, ni siquiera una chica impresionable y tonta que le calentara la cama. Así se sentía Alberto en el momento en que llegó a casa de sus padres. 
Él no quería que lo vieran así. Él no quería verlos ahora. No podía soportar pensar en la charla que ambos progenitores tendrían. No quería ni pensar en todo lo que había hecho. Solo pensaba en tomarse una copa y olvidar aquel asqueroso día, así que salió del coche y se fue andando por el pueblo durante un largo rato.

Al final terminó en un bar, una cervecería con billares, un panel de dardos y mucha, mucha cerveza, acompañada de buena música. Sin pensarlo entró, se sentó en la barra y se pidió una pinta de guiness.

- Perdona el griterío - dijo el camarero. Es que estamos de celebración.
- No pasa nada. Espero que no os moleste que esté aquí.
- Por supuesto que no. Es un establecimiento abierto al público.
- Gracias.

- ¡QUE SE BESEN! ¡QUE SE BESEN! - gritaban todos al unísono. 
- Bueno... Ya nos hemos besado. Ahora darnos la jarra de cerveza. - dijo una mujer. A Alberto aquella voz le era familiar. Pero no caía en quién podría ser. Se levantó de su asiento y se dirigió hacia las mesas de billar, donde estaba la fiesta. 

- Perdona - le dijo al camarero - ¿qué estáis celebrando? 
- Una fiesta de compromiso. Mi hermano se casa con la camarera que contraté hace unos meses. 
- Vaya... - Yo queriendo escapar de todo tipo de fiestas, pero sobre todo en las que se procesen amor eterno y aquí estoy, con una guiness brindando por el amor de dos panolis de pueblo, pensó. - Bueno, pues me alegro por ellos.

- ¿Qué haces tú aquí? - dijo esa voz que no recordaba de quien era. 
- Es un cliente. Simplemente preguntaba qué celebrábamos. Venga... Alicia.
- ¡Alicia! - gritó él al ponerle cara  a la voz. - No puedo creerme...
- Te he hecho una pregunta. ¿Qué haces aquí? No deberías estar sobre tu maravillosa vida de lujo, riquezas y poder y no con nosotros, lo panolis de pueblo. ¿Sigues llamando así a todo aquel que se queda aquí y no va a la ciudad verdad? - Alicia estaba espléndida a la vez que ridícula. Espléndida por que el tiempo separada con Alberto le había ayudado a encontrarse a sí misma, a ver lo que realmente quería hacer y con quien quería estar. Ella se había puesto a trabajar en aquel bar a regañadientes, cuando no le quedó otra, al volver del fatídico viaje con Ana y poco a poco todo aquello empezó a gustarle. El trato con la gente, conocer a su futuro marido, Roberto, tener buenas amigas, para lo bueno y lo malo, sin tener miedo de que alguna le pisotee. Una vida tranquila, sosegada, sin grandes lujos, pero para ella, totalmente perfecta. Alberto cuando la vio casi ni la reconoció. Primero por que tenía un velo ridículo en la cabeza con un minipene de peluche y segundo por que aquella no se parecía en nada a su exmujer. - ¡Gente! - dijo ella mientras se giraba hacia su grupo de amigos. - Os presento a Alberto, mi ex. 
- ¿Qué es eso de que nos llama panolis de pueblo? - preguntó el camarero.
- No es nada. Eso lo decía antes. Pero era joven y estúpido.
- Si tú lo dices... - dijo Alicia mientras cogía su vaso de cerveza. - Creo que será mejor que te vayas.
- Sí... - Alberto dejó la guiness en la barra, y fue hacia la puerta. Justo antes de salir le dijo a Alicia - No me he casado con Ana. Me ha dejado. 
- Lo sé. Igual que me enteré de que te casabas. También me he enterado que sigues siendo el mismo capullo  de siempre. Y lo peor de todo es que nunca podrá olvidarse de ti.

Alberto no entendió esa última frase. Pero pensó que seguro lo decía por que hombres como él hay pocos en el mundo y deja huella. Seguro que dejé huella en Alicia y por eso se casa con este cateto. Pero lo que no sabía era que Alicia y Ana habían hablado. 
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Ana, dos días después de su fatídica no-boda, decidió pasar a ver a Alberto. Pero para ello se llevó a Cayetana con ella. Antes de llegar a la casa Ana le pidió que parara el coche y fueran a tomar algo. El problema es que solo estaba abierta la cervecería. Ana no podía beber alcohol, aunque en ese momento, realmente lo necesitaba. 

- Perdón - dijo Ana al entrar - ¿sirven café? 
- Por supuesto - dijo la camarera, mientras estaba poniendo unas cervezas. Ahora voy a la mesa y les atiendo - en ningún momento, ninguna de las dos se miró a la cara. 

- Perdonen la espera, es que es el momento en que la gente sale de su trabajo y es cuando empieza el mío... - la camarera estaba buscando la libreta donde apuntar el pedido. - ¿Saben lo que quieren? - en ese momento levantó la vista y allí estaba. Ana.
- Hola Alicia.
- Hola Ana. ¿Qué queréis tomar?
- Si te molesta que esté aquí. Podemos irnos a otro sitio, es que es el primer sitio que hemos visto abierto...
- Es entrada libre. Podéis quedaros. Siempre y cuando consumáis. 
- Yo quiero un cortado descafeinado de sobre - dijo Ana.
- Yo quiero una coca-cola - dijo Cayetana.
- Marchando....
- Tenías razón. - dijo Ana antes de que Alicia se fuera. - No me he casado con él, hubiera sido un gran error.
- Me alegro por ti, - dijo, después se alejó hacia la barra para preparar el pedido. 

Al cabo de un par de minutos, Alicia estaba allí con las bebidas. Las sirvió y se disponía a irse a la barra para seguir atendiendo. Pero algo dentro de ella estalló.
- Me hiciste mucho daño. Si querías irte con él, podrías haber sido fuerte y dura, como prodigabas por el mundo con tu actitud y decírmelo a la cara.
- Lo sé. - Ana estaba avergonzada. - En ese momento no lo pensé. Solo actué. Y ahora sufro las consecuencias de aquello.
- Bueno, tú como mínimo fuiste lo suficientemente lista como para no casarte con él.
- Pero no lo suficientemente lista como para no quedarme embarazada - le contestó, mientras se tocaba el vientre. 
- ¿Perdona? - Alicia estaba alucinando. Ana embarazada. Ana madre. No se lo podía creer. Algo le había pasado a aquella mujer. - ¿En serio estas...?
- ¡Alicia! Deja de hablar y atiende. - le recriminó su jefe.
- Perdona. Tengo que trabajar..... Pero, si no estáis juntos... ¿Qué haces aquí?
- Vengo a verle. Quiero decirle lo del embarazo y que va a ser padre. No quiero que se entere por otra persona. 
- Ya... y además crees que con eso cambiará y le podrás dar otra oportunidad... - Alicia sabía de lo que hablaba. - Mira Ana, tengo que ir a trabajar, pero en treinta minutos tengo un descanso. Por favor, no te muevas de aquí hasta que venga y tú - dijo mirando a Cayetana - no dejes que se marche a decirle nada a ese energúmeno.
- De acuerdo - Cayetana tenía tanto miedo a la gente del local y sobre todo aquella camarera que hubiese dicho que sí, con tal de salir de allí con vida. 

Como dijo Alicia, en treinta minutos se sentó con ellas en la mesa. Por suerte, ya no había tanto jaleo. Alicia le hizo entender que no podía hacer aquello, no si era con las intenciones de cambiarlo. Por que nadie cambia, cada uno es como es, y aunque les pese.
- Alberto es un mal nacido y será así hoy y siempre y ahora irás a su casa. Le dirás que le quieres, que esperas un niño y él se echará a llorar y te prometerá que no volverá a ocurrir, pero ocurrirá. Por que no te quiere, por que Alberto, no quiere a nadie, solo a sí mismo, y hará lo imposible por trepar y conseguir lo que quiere. Ana, es mejor estar sola que mal acompañada.
- Sé que tienes razón. Todos la tienen. Por eso no me atrevía a decirle a nadie donde iba. Solo a Cayetana, por que me la he encontrado en la puerta que venía a verme y aún así, ella intentaba hacerme ver que no debo hacerlo, pero...
- Pero te sientes mal contigo misma por saber que estás embarazada y él nunca lo sabrá. Créeme, es lo mejor. Si se entera, te pedirá de todo a ti y a tu familia.
- Ana. Escúchala. Tiene toda la razón. Ahora tienes escapatoria. Ahora, no tendrás que saber nada de él. Es mejor que nos marchemos y volvamos a casa.
- Sí - Ana tocaba su barriga mientras se debatía, interiormente, en ir a decírselo o marcharse y no volver. - Tenéis razón y lo sé. Será mejor que nos vayamos, antes de que cambie de opinión. Gracias Alicia. 
- De nada. Este ha sido mi consejo del día. Ahora he aprendido a darlos, al estar detrás de la barra de un bar... Gracias que solo lo plantaste el día de la boda. Si fuera yo, intentaba hacerle la vida imposible, para que se marchara lo más lejos posible.
- Lo sé. Mi padre ya se encarga de eso. Después de hablar con todos sus conocidos te digo que tendrá que quedarse aquí o marcharse, por que no lo querrán en ningún bufete o gran compañía en la ciudad. Ya sabes que esto corre como la pólvora.
- Lo sé demasiado bien. Dada mi experiencia.
- ¿Qué tal estás? ¿Necesitas algo?. Siento lo que pasó. De verdad y quisiera...
- Quisieras sentirte mejor contigo misma, pero la verdad es que no necesito nada. Estoy estupendamente, aunque no lo parezca. Soy feliz, muy feliz. 
- ¿Nos veremos algún día? - Ana quería volver a verla, quería que aquella amistad volviera a forjarse.
- No lo creo. Venimos de mundos distintos y yo estoy muy bien aquí.

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Alberto estaba desesperado llevaba viviendo en casa de sus padres seis meses. Había hecho varias entrevistas de trabajo, pero aunque todas parecían que iban a ser la definitiva, luego o no le llamaban o le mandaban un mail para avisarle de que otro candidato tenía el puesto. 

Sus antiguos amigos, contactos importantes en el mundo del derecho, ahora no le cogían el teléfono y los pocos que se habían dignado a contestar, simplemente le decían que no iban bien las cosas y no podían contratar a nadie. 

La desesperación se había apoderado de él. No podía creerse la mala suerte que le estaba rondando. Pero todo aquello tendría que acabar algún día. 
Aquella tarde, había quedado con Jordi, su antiguo compañero en el bufete, además de ser el ex marido de Ana. 

- Hola Jordi, - dijo al llegar.
- Hola Alberto. ¡Vaya! Que mala cara tienes - le dijo.
- Lo sé. Estoy preocupado. ¿Qué tal estás?
- Pues la verdad es que estoy genial. No me puedo quejar. Cuando te fuiste del bufete, me pasaron tus casos y la verdad es que me dieron la oportunidad que siempre había esperado. Ahora, me han ascendido, no soy solo el ayudante o un simple abogaducho, como antes. Ahora tengo tu despacho, voy a las reuniones importantes, como con gente todavía más importante, y llevo la parte del derecho familiar. Y la verdad es que los jefes están muy contentos. Me han subido el sueldo y dentro de dos semanas me voy un mes de vacaciones con una mujer estupenda.
- Te... - Alberto se había quedado boquiabierto al saber que Jordi había aprovechado todas las posibilidades. - Perdona. Te felicito. Me alegro por ti.
- ¿Y tu qué? Ya me han dicho todo lo que pasó con Ana y su familia.
- Sí. Ya ves... La verdad es que estoy intentando reformarme, buscar un trabajo, cogerme un pequeño apartamento por aquí, volver a la ciudad, a ver a los viejos amigos... Pero no consigo nada y había pensado que, ahora que estás tan bien en el bufete, podrías hablar con los jefes para que me readmitieran.
- ¿Tan desesperado estas?
- ¿Perdona? - Alberto no podía creerse como le hablaba Jordi, con convicción, con una fuerte voz, no como antes. Antes ni siquiera le habría mirado a la cara.
- A ver. No pienses que estoy en contra tuyo. Si he quedado hoy contigo es por que debo darte las gracias. Gracias por irte, gracias por hacerme ver que mi matrimonio no llevaba a ningún lado,... Ahora soy otro hombre y todo gracias a ti y lo que hiciste. Nunca pude hacer feliz a Ana y todo por que yo no era feliz con nada. Era un fracasado. Y por eso, te doy este consejo, si quieres volver a empezar. No podrás hacerlo en la ciudad. 
- ¿Por qué?
- Ya sabes que la familia de Ana es poderosa, y cuando su padre decide que le caes mal, estás muerto. No literalmente, no me mal interpretes - Jordi tenía sentido del humor, estaba seguro de sí mismo. En cambio Alberto estaba arrinconado en su silla, mirando su café, mientras aquel hombre le daba el mejor consejo. - Será mejor que te vayas de la ciudad. Nuestro ex suegro ha conseguido que nadie quiera darte trabajo. Estás acabado. Y ahora que por fin te lo he dicho me voy.
- ¡No! Espera .... Te invito a otro café.
- No gracias. Tengo trabajo y si me ven contigo puede que mi carrera peligre, y sinceramente, ahora no quiero soltar lo que tengo. Adiós Alberto.

7 comentarios:

  1. Te aviso que lo comento en dos partes porqué es muy largo.

    Ha sido increible, en una palabra. Por empezar
    con alguna. No domino el diccionario pero no
    voy a ponerme a buscar esa palabra. Voy a inten-
    tar plasmar como me ha gustado este capítulo.

    Espectacular también está bien como intento de
    definición. He descubierto que se te dan bien
    los tempos: ahora mucha información, ahora un
    poco de relax. Sabiendo elegir y dosificar qué
    información en concreto nos das.

    Al turrón: Momento "Sexo en NY". No lo destaco en primer lugar por ninguna razón en especial
    (puedes reírte si quieres pero es la verdad). Un bucle: periodista que escribe una columna con una escritora con un futuro prometedor que escribe en su blogg. Con una de nuestras series favoritas como nexo de unión. Literatura de altos vuelos (lo de cocina de altos vuelos no
    iba mucho con el comentario ;-p). Genial.

    La luna de miel de Álex y Marcos el toque dulce. Un super regalo para esta pareja tan querida y el primer paso del resto de su vida en común. Muy buen guiño.

    Cambios patentes: los "remordimientos" de Ana. A ver caracteres a parte cuando hay un bebé hay que ir con mucho cuidado porqué hablamos de una vida que hay que cuidar y por la que hay que velar. Encuentro un gesto de egoísmo positivo (si es que existe algo así) pensar en ella y el bebé. De haber vuelto con Alberto Ana habría revidido la misma situación una y otra vez quién sabe con qué resultado final y consecuencias para todos.

    Quiero aclarar que sé perfectamente que tu relato es ficción (y de la mejor). Lo digo para que no dé la impresión que crea que el bebé es real. Tú me entiendes.

    Orto cambio nuevo que me ha gustado es el de Cayetana. Estando al lado de Ana. Dos cambios a mejor. Un nuevo comienzo para las dos y con las dos juntas. Me gusta.

    To be continued...

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  2. (segunda parte)

    Y ahora el tan esperado final de la "caída de Alberto". Iba a usar otra palabra en lugar de caída pero he querido ser correcta porqué éste es un blogg muy serio ;-)

    Ha sido un magnífico efecto dominó. Ha hecho bueno otro título de una película "Una serie de catastróficas desdichas". (Con una risa maquiavélica de fondo queda mejor). Debo reconocer que lo he disfrutado, de lo lindo.

    El primer impacto ha sido el fuerte: la no-boda. Ha tocado con la punta de los dedos lo que tanto había anhelado pero no ha sabido acabarlo de realizar. El resto han sido pequeños "bofetones sin mano" que decimos en mi casa. Me explico.

    Ana misma es quién decide que no hay boda. La persona que iba a ser su trampolín lo deja fuera de juego. Sus propios padres le echan en cara su caracter. Si, le siguen apoyando pero han disseccionado la situación con la precisión de un cirujano.

    Siguiendo con el padre de Ana. Más refranes: más sabe el diablo por viejo que por diablo y poderoso caballero don dinero. Un hombre que levantado un imperio sabe muy bien como empezó y lo que le ha costado llegar a la cima de la montaña. Así que él mismo sabe muy bien como protegerse de los ataques. Lógicamente con dinero todo es más fácil, no descubro nada nuevo.

    Pero usar algo tan sencillo como la letra pequeña contra un abogado es sencillamente sublime. Un abogado debería recordar que cualquier arma defensora que usa puede convertirse en un arma agresora. Hay que ir un paso por delante Alberto; Y no, no has hecho los deberes.

    Alberto además ve como sus sustentos se escapan de las manos: su casa de la montaña no es suya. Es el regalo de bodas para Álex y Marcos. Ésto si es increible porqué aquí el golpe es triple: la casa no es de Alberto, no ha leído la letra pequeña y es un regalo de la propia Ana para los novios. (¡¡Palomitas por favor!!)

    Y el remate final: el giro de la tortilla de los "peces pequeños". Alicia es muy feliz, feliz de verdad. Ha reecho su vida, es más ella misma. Se ha levantado con mucha fuerza y con más ganas.

    Y Jordi. Ha sabido aprovechar las oportunidades. Gracias a a la misma persona que, cosas del destino, le impedía aprovecharlas. Como hay que reconocer las cosas le da las gracias a Alberto. Alberto cae Jordi sube. Ya dicen que en la vida todo es cuestión de equilibrio.

    Creo que no me dejo nada más. Aunque si se me ocurren más cosas te las añado después. Supongo que te he hecho llegar que ¡¡me ha encantado el capítulo!! Sensacional Pati.

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    Respuestas
    1. No me puedo creer lo que has llegado a escribir!! Jajaja. He notado que te gusta y me alegro por ello.

      Muas!

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  3. La verdad no me he dado cuenta, realmente, de cuanto había escrito hasta que el sr. blogg me ha dicho que como máximo solo se aceptan como comentario 4096 caracteres. He flipado en colores, te lo puedes imaginar. XDXDXD

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  4. Qué mal me cae Alberto, cacho capullín...y cuanto me alegro por Alicia. Ainsss....y ahora qué??

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Pues ahora, toca hacer el epílogo. Con suerte la semana que viene está. Y dejaré unas semanitas, y me pondré a pensar en una nueva historia. jejejejejeje.

    Saludos!

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