RACHEL SE VA DE VIAJE

Rachel es una entusiasta consumidora de drogas "recreativas". Según ella, no por adicción sino por pasatiempo. Al fin y al cabo, hoy día, ¿quién no toma de vez en cuando un ácido, una raya o unas pocas pastillas? ¿Qué mejor para olvidar las tensiones del trabajo y disfrutar un rato de la vida? 

Pero, en una de esas, se le va la mano, y tras una noche de excesos se atiborra de tranquilizantes para dormir a pierna suelta y empezar fresca una nueva jornada laboral. Para una sorpresa, a la mañana siguiente no despierta en su habitación sino en la cama de un hospital, después de un lavado de estómago y a punto para ingresas una temporada en una peculiar clínica de rehabilitación.

Después de unos días de desconexión gracias a que mi peque se me puso malita la semana pasada, vuelvo con las pilas cargadas. Hoy rescato una reseña que hice hace algunos años para modelarla y dar mi nueva opinión, porque seamos sinceros, las opiniones cambian y al final nunca podemos grabar a fuego una reseña, sobre todo, si relees el libro, por segunda o tercera vez.

Marian Keyes es una de mis autoras favoritas, por no decir la que más. El género chick-lit, el que me siga y me conozca lo sabe bien, es el que más me gusta. Las historias son, muchas veces, tan reales, que me adentro sin más en ellas y dejo volar mi imaginación y muchas veces hasta puedo sentir lo que siente la protagonista. 

Rachel se va de viaje es uno de esos libros que siempre están en mi pensamiento y en mi corazón, pues fue el primero que leí de la autora. Llevaba tiempo sin leer algo y empecé a trabajar en una librería de una cadena conocida. Eso me abrió las puertas, otra vez, al mundo de la lectura. Un día, como llegué antes, me fui a chafardear libros a ver si encontraba "ese" que me llamara la atención. De pronto, lo encontré. Un libro con la cubierta naranja, una letra divertida y una cara boca-abajo. 

Lo cogí y leí la sinopsis. Ese era el libro. Estaba segura que me iba a gustar. Lo que no pensé es que me atrapara de esa manera. La pluma de la autora tiene ese efecto en mi. Por ahora, no he encontrado ningún libro de Marian Keyes que no me guste nada de nada. Es verdad que no todos son santo de mi devoción (a muchos les gusta: sushi para principiantes y a mi, ni fú ni fa).

Esta historia nos habla de una de las hermanas Walsh y su viaje interior. Rachel es una chica que "juega" con las drogas. Ella ve normal tomar algún analgésico o droga para dormir, para descansar, para estar activa,... Un día se pasa con la dosis de "sus amigos" y termina en el hospital. Rachel no quiere verlo pero tiene un problema y bastante grave y tendrá que volver a Irlanda, pues vive en Nueva York, donde irá recuperándose. Pero para ello, Rachel tendrá que pasar momentos muy duros.

Keyes, para mi, es la reina de los temas con aires agridulces. Ella toma un tema, tremendamente malo, delicado y doloroso y le da un toque diferente, un humor irónico y ácido con el que nos hace ver que aunque el tema es delicado se puede hablar, se puede seguir adelante. Y así el dramatismo que se puede dar, va desapareciendo poco a poco.

Después de que Rachel despierte en el hospital se traslada a Irlanda, donde está su familia. Allí vivirá momentos duros. Es donde tendrá que luchar y ver la cruda realidad. Es una adicta y su actitud ante las cosas y la vida debe cambiar. 
Aunque su evolución es constante desde el momento en que ella misma se da cuenta de sus problemas, encuentra baches en el camino, pero su fuerza de voluntad y la ayuda de los que más la quieren hacen que el camino sea más seguro. Ella, Rachel, es la que nos habla, en primera persona de todo lo que le ocurre. Eso hace que puedas adentrarte más en la historia, hasta el punto de no poder dejar de leerlo, porque necesitas saber cómo irán las cosas.

Keyes, en su pasado, tuvo problemas parecidos a los de Rachel y creo que eso es un punto a su favor para podernos contar, realmente, lo que siente la protagonista, sus estados de ánimo, su humor cambiante, su lucha interna y externa.

Rachel se va de viaje es una buena lectura. Amena, graciosa y a veces dura que te hará reír y llorar (si eres de lágrima fácil como yo), donde encontraremos ese viaje personal de una persona que ha tocado fondo y ahora tiene que salir a la superficie para seguir el día a día y vivir como siempre quiso.