martes, 20 de diciembre de 2011

Suerte vuelve...(4)

Salí de la oficina lo más digna posible. No agaché la cabeza, pues yo no había hecho nada. Eso sí, la gente me miraba y murmuraba a mi paso. Lo peor es oir, sin querer, cosas como: la han echado, menos mal. Mira la arpía se va,.... 
Pero no lloré, sonreí a todo el mundo. Puse la mejor que tengo, mi orgullo me impedía mostrar ninguna emoción más. 
Salí de allí para meterme en mi coche y llamar a mi marido. Pero no podía, la noche anterior me había dicho que estaría todo el día fuera de la oficina, todos sus sentidos puestos en su nuevo caso. 

Reconozco que al principio tuve miedo. Nunca me habían hechado de un trabajo, nunca me había enfrentado a un consejo como ese,....pero poco a poco vi la luz. Todo se solucionaría, mi marido era abogado, seguro que me sacaba de este lío. Al fin y al cabo no tienen pruebas, no he firmado nada, todavía no estoy  del todo despedida. Quería luchar por lo que era mío.

Pensé en llamar a alguien, pero ¿a quién? Todo el mundo trabajaba y yo no tenía mucho tiempo para tener muchas amistades.
Bueno, os seré sincera, no tenía muchas amigas. Creo que una o dos se podían considerar amigas para estas cosas, los demás eran conocidos, o la pareja de amigos de mi marido.
Sí, él era muy popular.


Antes de llegar a casa, paré en una bodega cercana y compré una buena botella de vino. Tenía que ahogar mis penas, como hacen todos, pero lo siento, tengo demasiado estilo como para hacerlo con una bebida barata de super.
Estuve todo el día intentando repasar toda la semana anterior, los movimientos que hice, con quién estuve, ... Alguien tenía que saber la verdad, alguien tuvo que ver algo, ver como mi ayudante me ofrecía ese trabajo sin ser suyo. Pero no recuerdo a nadie. Solo a él revoloteando por mi mesa, siendo un pelota, y yo, idiota de mi, creyéndomelo todo.

Por la noche, mi marido llegó a casa y me encontró tirada en el sofá, despeinada, medio desmaquillada, borracha y diciendo cosas sin sentido. Él no lo entendía, y solo me hechó un sermón por comportarme como una niña pequeña. 
Mientras él preparaba algo para cenar (en realidad llamaba para que trajeran sushi), fui a ducharme, a ver si así me despejaba. Cuando salí del baño lo encontré sentado en el sofá esperando que le dijese qué había pasado. No lo pude remediar y me puse a llorar, mientras le explicaba la encerrona en el despacho del gran jefe, la traición de mi ayudante y por último, todo lo que tuve que pasar para salir de aquel edificio y los comentarios que escuché, él me escuchaba sin decir nada, solo movia su cabeza con desanimo, frustración, enfado,.... Él estaba tan nervioso como yo. 

Pensé que estaría de mi parte, pensé que entendía que yo no había hecho nada, pero entonces, empezó a chillarme y a decirme que si era tonta, que como podía haber plagiado, que si lo hacía era mejor hacerlo de alguien que ya no estaba en la empresa, ... No me lo podía creer. Él, mi marido, la persona que siempre tiene que estar a mi lado, no me creía. 

Le expliqué por activa y por pasiva que yo no lo había hecho. 
Mientras cenábamos, yo estaba más calmada y le expliqué todo, incluso la conversación del baño. Entonces, solo entonces, creyó en mi palabra. Le pregunté por que le había costado tanto creerme y entonces me contestó que lo sentía, pero que él siempre había pensado que hacía trampas, pues siempre me salía todo redondo y no era normal. 
¿En serio?, mi cara era de perplejidad absoluta. ¿Cómo podía pensar eso de mí?, se supone que él me conoce y sabe que yo no hago esas cosas. Sí, es verdad, utilizo mucho a mis ayudantes, pero también lo hago por ellos, para que aprendan el oficio. 

Durante toda la noche estuvimos hablando de mis posibilidades y la verdad es que era muy descorazonador, pues con todo lo que ellos tenían, podían echarme. Mi marido me dijo que lo peor era que Marcos, el ayudante-pedante, les había contado aquella milonga, y ellos se lo habían creído todo, de tal manera que no podría recuperar mi trabajo. 
Incluso recuerdo algunas de las palabras de mi marido: - Tienes que estar contenta de que solo quieren echarte y no van a demandarte, por que por algo así, podrían arruinarte.

¿Arruinarme?, pero si ya estaba arruinada. Después de esto, nadie querría contratarme. Aunque, según él, podían echarme, me tranquilizó cuando me dijo que iría hablar con mi jefe, para que no me quitaran el finiquito. Pues hasta ese momento había sido una persona muy eficiente. 

No le había explicado todo. Pero no quería que volviese a hablarme así, necesitaba que él creyese en mi y sabía que si le decía algo más, todo se torcería más.

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Al día siguiente por la mañana mi marido se levantó temprano, se duchó, desayunó, se vistió y se fue a la oficina. Antes de salir, me dijo que iría por mi antiguo trabajo. 

Pasé toda la mañana arreglándo cosas en casa, ya sabéis, mis uñas de las manos y los pies, me hice una mascarilla, tomé un poco el sol en la terraza, dejé que la asistenta limpiara. Ella no tenía por que enterarse de la verdad, así que le dije que estaba de vacaciones. El servicio es muy cotilla.

A media mañana mi marido me llamó desde la oficina. Estaba echo una furia. Me echó en cara que no le dijese muchas cosas que pasaron en la reunión, como cuando mi jefe, me dijo que investigarían todo lo que había gastado de la empresa, a mi costa. 
- Que por cierto... lo están mirando y el 90% de lo que ponías a nombre de la empresa era para tus caprichos, cenas y fiestas. - estaba muy enfadado. - ¿Cómo no me dijiste eso? - por que me odiarías, por que no creerías en mi, pensé.

Intenté razonar con él, le dije que no siempre había gastado en nombre de la empresa, y aunque no lo pareciese, mucho de lo que gasté en mi era para dar una mejor imagen de la empresa a nuestros clientes. No se puede ir tan fabulosa y pretender que todo lo pague el trabajador. Si no mirar a los ayudantes, administrativas, recepcionistas, o esa gente con estudios inferiores.
Tienen trabajos inferiores y no pueden permitirse ir a la peluquería cada semana, tener un masajista o hacer una limpieza de cutis cada cambio de estación, no pueden por que su sueldo no se lo permite, pero debería entrar dentro del presupuesto de la empresa, como los uniformes. Ellos quieren que vayamos estupendas, pero tenemos que comprarnos nosotros los trajes. Por supuesto yo no me pongo nada de Zara o Mango, no me malinterpreteis, la ropa es muy mona, siempre veía a mi secretaría con modelos de esas marcas, pero la tela es tan.... no sé como decirlo..... malilla.... 
Yo era una ejecutiva importante en la empresa, y de mi dependían muchos acuerdos importantes, así que sí, me compraba, lo que creía uniforme para la empresa, a cargo de ella, pero era para un bien mayor. ¿No creéis lo mismo que yo?

Además yo con mi sueldo también pagaba cosas. ¿Cómo iba a pagarlo todo por la empresa? claro que no. No soy tonta. Además los regalos a mi marido, de donde creeis que salían. Nuestros fines de semana en las montañas, de viaje en alguna ciudad europea,... Todo eso lo pagabamos con mi sueldo, obviamente, por que con el suyo ya estaban las facturas. También me compraba los trajes de temporada con mi sueldo, a nombre de la empresa siempre cogía cosas rebajadas.

La verdad es que de números no sé mucho. Eso lo llevaba mi marido, pues confiaba en él. Confiaba ciegamente. Pensaba que nos queríamos con locura y que nada ni nadie nos podría separar. 

Después de la conversación con él quedé derrotada. En pocas palabras me dijo que no recibiría más que mi sueldo de aquél mes, por que se estaba acabando y que de mi finiquito vería un 5 o 10%, pues el resto sería para recuperar lo que me había llevado, según ellos. También me dijo, que mi jefe le enseñó los dos trabajos. Él intentó interceder por mi, pero después de lo que se había enterado no pudo hacer mucho más. 
- Se me caía la cara de vergüenza. No pienso volver a interceder por ti.

Lo peor fue cuando me dijo que le habían dado ese trabajo, esa firma a Toni, pues, según el jefe, tenía muy buenas ideas y confiaba en él. Le contó a mi marido que venía de una familia importante, amigos de su mujer. Que el chico prometía mucho,.... Todo sandeces, seguro.


Por la noche, cuando llegó de trabajar me lo explicó todo. No sin antes decirme lo decepcionado que estaba con lo del dinero de la empresa. Intenté excusarme, pero no pude. Con él no podía. 
Después me contó lo de Toni, pero eso no era lo peor. Lo peor es que ya tenía sustituto.
Sí, es quien pensais. Toni se había convertido en el jefe de ese departamento. Ahora mis ayudantes eran sus ayudantes. Todos menos el ayudante malicioso. A él le habían ascendido de puesto y ahora tenía el antiguo trabajo de Toni. 
¿Pero cómo le daban a un inexperto mi puesto?, pensé. Pero mi marido me volvió a la realidad, diciéndome que no solo se lo daban por ser el hijo de... No, no, por lo visto el chico había hecho un master de no se qué, había trabajado en dos empresas diferentes, donde le enseñaron a llevar el departamento, ... Pero él quería trabajar en una gran empresa y por eso sus padres intercedieron por él.
- Y creételo todo. Por que ha sido tu antiguo jefe el que me ha enseñado el curriculum de este chico. 

Yo recuerdo vagamente el curriculum. La verdad es que no me los leía totalmente, para eso tenía a.... el ayudante pelota.

Sinceramente, si me clavan un cuchillo, no sangro del asombro que tenía.

Llevaba más de 24 horas lamiéndome las heridas de la batalla perdida. Entonces pensé que yo también valía, era buena y nadie podía discutirlo. Tenía toda la vida por delante y seguro que las empresas se pelearían por darme un puesto de trabajo. Mi marido me apoyó, además me dijo que con el curriculum que tenía no creía tener problemas de encontrar nada, en poco tiempo. 

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Pasaron semanas.... Cada día era descorazonador. Me había recorrido todas las empresas de publicidad, de ahí había pasado a empresas de trabajo de marketing,  .... no sé, algo. 
Hubo un par que pensé que me cogerían. Estaban muy interesados y se amoldaban perfectamente a mi. No eran tan importantes como la anterior, pero podría seguir viviendo en el mundo de la publicidad y el glamour. Pero uno o dos días más tarde, recibía una llamada de una secretaría diciendo que ese puesto ya estaba cogido, que lo sentían, y esas cosas que dicen para quedar bien. A una de ellas le hice que me dijera la verdad. 

Al oir que me decía que no me cogían, finjí que lloraba por la desesperación de no encontrar nada, entonces ella se apiadó de mi y me dijo que siempre piden referencias de la última empresa. Pensé: Tierra trágame, por supuesto, después de lo que le dirían no me querían. Seguro que explicaba que robaba trabajos o algo así. Pronto me di cuenta de que no podría trabajar, no encontraría nadie que me diese una oportunidad, por que, todos ya sabían que era una vulgar ladrona de trabajos ajenos.

Para colmo, mi marido tenía un caso muy importante. Así que se pasaba los días encerrado en su despacho, en el juzgado, de un lado a otro, y muchas noches llegaba muy tarde a casa, incluso de madrugada. Hubo un par de veces que ni vino a casa. 

Ahora solo teníamos su trabajo, así que no quería decirle nada, pero me sentía abandonada por él. Sentía, cuando me miraba, su decepción por lo que había pasado. Intenté compensarle, preparar un fin de semana especial solo para dos. Pero cuando lo tenía todo, me dijo que no podía ser, que no podíamos gastar, que me empezara a acostumbrar a no tener tanto dinero para gastar, pues solo teníamos su sueldo y muchas facturas que pagar. Además me dijo que nada de comprarme ropa, zapatos o complementos por un tiempo, que tenía mucho de todo. Parecía que poco a poco el pozo donde estaba metida se hacía más y más profundo. No podía dejar de pensar en como me la habían jugado y todo por un puesto.

Un día, no lo aguanté más. Me vestí de incógnito (es decir, me puse unos vaqueros negros y un jersey de cachemir, también negro y una bambas nike negras con un ribete rosa. Por supuesto de incógnito pero con estilo. También llevaba mis gafas de sol de Gucci y mi bolso de Hermes). Cogí el coche y fui a mi antigua empresa. Tenía demasiado tiempo libre.... 
Como os contaba, me fui a mi empresa. Esperé en la calle durante una hora, entonces vi a ese energúmeno, a ese hijo de..., a ese traidor, a esa loca de discoteca. 

Salió del edificio y se fue a una cafetería que estaba en la calle de atrás. Supongo que es donde van todos los ayudantes, por que no la conocía. Pensé en entrar y cuando se sentase, sentarme a su lado y pedirle explicaciones y por supuesto le gritaría por todo lo que me había hecho. Estaba como desquiciada y no pensaba, solo actuaba. 

Cuando llegué esperé que entraran un par de personas, para que él no me viese. Después me puse en la cola de los cafés y esperé, pacientemente, mientras todos pedían sus cafés, capuccinos, .... Cuando él se alejó de la barra me tapé un poco con el cuello del jersey, no quería que me viese o me reconociese. Le seguí con la mirada y vi que se sentaba en una mesa del fondo, en una con unos sofás muy monos de piel granate. 

Me pedí un café con leche, corto de café con mucha espuma y con tres de azúcar y un poco de canela. Recogí mi pedido al final de la barra, y decidí acercarme toda impetuosa. Pero en ese momento, vi que no estaba solo. Con él, en el sofá había alguien, otro chico, estaban muy acaramelados. Al principio no podía verle la cara, pues la tenía escondida en el cuello del ayudante sin escrúpulos. Pero cuando se apartó, allí estaba. Era.... TONI

3 comentarios:

  1. ¡Hola!

    :_________________________________O
    Increible. Siempre nos dejas en lo mejor.
    La mejor parte es que vas leyendo y pien-
    sas que tendrás par un buen rato. Es una
    pena que dure tan poco (la lectura) pero
    es fantástico porqué está muy muy bien
    escrito.

    Sigue así Pati :-)

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  2. oooooooooooohhhhhhhh!!!!!!!!!!! Que fuerte!!!!! increíble!!! me encanta el giro que están dando las cosas, aunque la prota un poco repelente no??
    me encanta!!!

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  3. toma tomate! y le damos un puntaco negativo al marido

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