jueves, 3 de mayo de 2012

Suerte vuelve II... Cap 13

Todo el mundo estaba en la pista de baile. Incluso gente ajena a la boda bailaba con ellos. Algunos se acercaban a la novia para felicitarle. Ana no podía parar de sonreír. Estaba pletórica de emoción y de amor.

Alberto se había ido a pedir unas bebidas para él y Ana, cuando Jenifer se le acercó para felicitarle.

- ¡Felicidades! - dijo ella mientras le abrazaba. - Ayer pensé que no lo harías.
- Jeni.... Tenemos que hablar, tenemos que dejar las cosas claras - Alberto no podía con aquello. Sabía que Ana y él podían ser felices. Pero el cuerpo de Jeni le gritaba: ¡Tómame!¡Tómame!. No podía resistirlo.
- Claro. Ya sé lo que me vas a decir. Que no quieres hacer daño a Ana y que no quieres que pase nada más. Lo entiendo. Yo tampoco quiero hacer daño a Fran... Quiero casarme con él. Lo amo. - Jenifer parecía que entendía todo y Alberto empezaba a respirar tranquilo al saber que un frente podría cerrarlo rápidamente -, pero caaaaari, lo nuestro no es amor, es solo pasión, atracción, diversión. ¿Me quieres decir que haces con ella lo mismo que conmigo?.
- No quiero que vuelva a ocurrir. No quiero que ella se entere de nada. ¿Me entiendes? - Alberto ya no respiraba tan tranquilo.
- Hola Jenifer, ¿te está gustando la fiesta? - Ana se había acercado a ellos. Sabía que Alex no le mentiría, así que tenía la mirada fija en su marido.
- Hola Ana. Todo precioso. Tú estás divina, él fabuloso, el sitio de ensueño, la comida inmejorable. Todo tan romántico...

- Si es tan romántico... - Ana se preparaba para atacar -. ¿Por qué estás aquí con Alberto y no estás retozando con Fran? Seguro que él te echará de menos.
- Claro... - Jenifer se quedó cortada. No pensó que Ana le dijese algo tan ordinario. - Me voy a buscarlo.
- Sí. Será lo mejor... - Dijo Ana.
- No hacía falta hablarle así. La chica es maja - dijo Alberto.
- Ya... - Ana se lo miró fíjamente. - Voy a serte sincera, no me gusta, no me cae bien y no me agrada que te mire de esa manera. - Alberto se quedó estupefacto, sin saber qué contestarle a su mujer. Parecía que sabía algo, pero... ¿era lo que él pensaba?. Para quitarle hierro al asunto y no pensar en ello, decidió que era hora de bailar. Ana fue con él a la pista, y allí bailaron con todo el mundo hasta altas horas de la noche.

Sobre las 5 de la madrugada, los novios decidieron que era hora de descansar, y pasar un rato solos. Se despidieron de todos aquellos que aún quedaban allí, aunque pocos eran invitados a su boda, sí muchos huéspedes del hotel que se habían divertido mucho aquella noche.

- Pues ya está - dijo Alberto al llegar a la habitación. - Ya somos marido y mujer.
- Sí. Lo somos. Aunque no sea legal, para mí lo estamos. - Ana se acercó para que le desabrochara aquel precioso vestido.
- Esta noche, no podía dejar de mirarte. Cariño, estás preciosa - Por primera vez, Alberto hablaba en serio. Pero Ana no se lo terminaba de creer.
- Había muchas mujeres. No me creo que no mirases a ninguna.
- ¡Claro que he mirado! - gritó Alberto entre risas - Soy un hombre. No puedo evitarlo. Espero que eso no esté penado.
- No. No lo está. Yo también miro a otros. - Eso a Alberto no le gustó mucho, aunque reconocía que mirar no era malo.

El resto de la noche estuvieron en la cama haciendo el amor.

Hacia el medio día del día siguiente, Ana y Alberto se levantaron. Ana empezó a recoger todas las cosas. Se marcharían al día siguiente y no le gustaba dejar todo para el último momento. A la hora de comer, se fueron con los padres de ambos, los cuales habían pasado la mañana descansando en su piscina privada.

- Hola chicos - dijo Adela al ver a su hijo y a Ana. - ¿Cómo habéis pasado la noche?
- Bien - contestó su hijo. - No hemos dormido mucho, pero mereció la pena.
- Tenemos que aprovechar el día de hoy. No me puedo creer que mañana nos tengamos que marchar - dijo la madre de Ana. - Creo que entraré en una depresión.
- Bueno mamá. Aún te queda la fiesta que estás montando. Así te mantendrás ocupada.
- Sí. Tienes razón. La semana que viene otra boda. Ya verás que bonito todo.
- No lo dudo... - dijo Ana sin mucho entusiasmo.

Después de comer, Ana y Alberto se fueron al hotel. Querían ir a ver a sus amigos. Alberto casi no los había podido ver el día anterior.
Cuando llegó, se fue con los chicos a la playa. Querían despedirse de todo aquello, haciendo una excursión con las motos acuáticas.
Ana no tenía muchas ganas de quedarse con las mujeres. Pero no le quedó otra. Así que se fue a las hamacas, para tomar un rato el sol.

- ¡Hola! - gritó Amanda. - ¿Qué tal sienta este nuevo matrimonio?
- Sienta muy bien. Gracias. - Ana fue simple y concisa. Solo quería tomar el sol. Nada de hablar. Pero llegaron Soraya, Delia y Jenifer.
- Hola chicas. ¿Nos podemos poner aquí con vosotras? - preguntó Delia por cortesía.
- Claro mujer.... -dijo Fabiola. - La playa es libre, puedes ponerte donde quieras. - Las chicas sabían que no eran bienvenidas, pero Ana les hizo un gesto para que se quedaran. Llamaron a un camarero y pidieron unos cócteles.
- ¿Qué tal chicas? - preguntó Ana a Delia y Soraya. - ¿Os lo habéis pasado bien?
- ¡Claro! - dijo Delia. - Ha sido estupendo.
- Sí - contestó Soraya. - Es una pena que esto se acabe.
- Es normal que les encante este sitio. - Dijo Amanda mientras se ponía crema solar.
- ¿Ah si? ¿Por qué? - preguntó Ana.
- Entre tú y yo. - le dijo acercándose a ella. - Estas pobres chicas, si se casan con sus novios, podrán tener esta vida, si no... nunca volverán a pisar un hotel como este. 
- Eres increíble. - Ana se levanta malhumorada. - ¿No te cansas de meterte con la gente? ¿Tan vacía está tu vida que para sentirte feliz tienes que menospreciar a los demás? - Ana no podía parar de recriminarle.
- Ana. Te estás pasando. Solo he hecho un comentario jocoso. - Amanda no se podía creer la actitud de su amiga. 
- No te aguanto más... Eres una falsa. Dices tener el matrimonio perfecto, cuando tu marido y tu no os soportáis. ¿Realmente merece la pena aparentar? Luego le pones los cuernos con otros, y como no tienes escrúpulos le tiras los tratos a los maridos de tus amigas. Eso es vergonzoso, una persona como tú, con esa clase social - Ana se burlaba de ella -, con esa educación, con todo ese dinero, rebajándose a tener una aventurilla y perderlo todo. - Ana se había levantado de la tumbona, se giró, miró a Soraya, Delia y Jenifer y les dijo. - Me voy a la piscina. No me gusta este ambiente. ¿Os gustaría venir conmigo?
- Claro - dijeron las tres al unísono, mientras cogían sus toallas. 

Las cuatro se marcharon, para asombro de las arpías. Amanda no le había contestado. Estaba tan estupefacta por lo que había pasado, que no había reaccionado a tiempo.
- ¿Estás bien? - le preguntó Cayetana. - Pareces estar...
- ¡Estoy perfectamente! Gracias - dijo mientras daba un sorbo a su cóctel. - Esta no sabe con quien se mete. 
- ¿Qué estás pensando? - preguntó Fabiola intrigada.
- Creo que ayer le dimos suficiente tregua. La próxima boda, delante de todos, será el mejor día para decir lo que Cayetana vio.
- No me parece buena idea. - Dijo Cayetana. - Habrá mucha gente...
- Mejor que mejor. - dijo Amanda con una media sonrisa. - Dicen que quien ríe la última ríe mejor. Ella se casará con él, pero no será feliz, los cuernos no le dejarán pasar por la puerta y todo el mundo lo sabrá. Tengo que hacer algo divertido y bochornoso para ese día. 
- Menos mal que somos sus damas de honor ... -dijo Fabiola.

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Al día siguiente, Ana y Alberto desayunaban con Alex y sus amigos gays en la suite.
- No me lo puedo creer.... - dijo Marcos. - Me lo he pasado tan bien.... Que se me ha pasado el tiempo volando.
- Sí, la verdad es que en un sitio así, las horas pasan demasiado deprisa - dijo Ana mientras comía unas tortitas. Mañana ya estaremos en casa, de vuelta a la realidad. 
- Bueno, - Alberto quería animarla - pero tenemos otra boda y nos lo pasaremos muy bien.
- Siento decírtelo - contestó Alex, - pero solo te lo pasarás bien tú. Nosotros tendremos que hacer el papel de machotes, sin poder expresar nuestros verdaderos sentimientos. Tú puedes darle un beso a tu mujer, pero yo no se lo puedo dar a Marcos, que es mi pareja. Además, Ana no le gustan estas fiestas. Cualquier celebración, mis tíos, lo convierten en una macro reunión con gente importante y no podemos divertirnos como nosotros queremos. Siempre ha sido así. Así que mientras tú, con tu suegro, cerráis tratos, acuérdate de que tu mujer estará sola, con más de 100 personas. Y gracias que vienen tan pocos, por que aún recuerdo la otra boda....

Alberto se quedó mudo. Era verdad, para él era una gran oportunidad. Pero también era su boda. El día, que ante la ley se convertiría en el marido de Ana. Aquello tenía que significar algo, no solo contratos firmados.

Cuando terminaron de desayunar, se reunieron con todos en el hall del hotel. Su padre hizo todo el papeleo pertinente, metieron las maletas en los coches y se fueron. Volvían a casa después de unos días de ensueño, en el que Alberto se había dado cuenta lo importante que era ella y Ana en que él hacía ojitos a otras mujeres.

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Llegaron a casa, y con ello llegaron a la realidad. 
La madre de Ana se pasó aquella semana preparando los últimos detalles de la boda, mientras su padre y Alberto iban a la empresa. Alex a veces iba con ellos, pero no todo el día. Mientras que Ana, se había pasado la semana con un malestar en el cuerpo.

- ¿Qué haces? - le preguntó Alex en el desayuno.
- Nada. Estoy intentando desayunar, mientras miro ofertas de trabajo. Después de la boda quiero volver a trabajar. La casa se me cae encima. 
- Pero.... - Alex no sabía como decirle lo que pensaba, sin que ella se ofendiera.
- Dime - ella lo sabía.
- Pensaba que después de la boda... Te pondrías con la casa. Bueno, dijisteis que compraríais una casa. Tendrás que decorarla y esas cosas, ¿no? 
- Sí. Pero para ello - dijo mientras tomaba café. - Existe gente especializada, a la que pagaré con el dinero de mi sueldo. ¿Crees que si me como un par de tostadas con mantequilla me sentarán mal? No quiero estar indispuesta el día de la boda, no sea que a mi madre le dé un patatús - los dos rieron por el comentario, pues sabían que podría ser cierto.
- No creo que te sienten mal. En cuanto a lo del trabajo, pensé que irías con tu padre, ya sabes...
- No sigas por ahí. Sé que mi padre quiere que algún día tú y yo seamos los dueños. Pero no sé si será bueno para nosotros trabajar juntos. Yo quiero ser independiente y desde que estoy en esta casa, ese independentismo se ha ido por el retrete.

Ana necesitaba sentirse libre de su familia. Ella los adoraba, pero eran tan absorventes que no podía estar demasiado tiempo con ellos. 

- Después de la boda. Alberto y yo nos iremos a vivir solos. Como deberíamos estar haciendo ahora. Esto de vivir con tus padres, a cierta edad, resulta extraño.
- Sí. Lo sé. Pero es muy cómodo - le dijo Alex guiñándole un ojo. 
- Bueno, y tu ¿qué?
- Yo nada. - Suspiró Alex. - Espero que la relación con Marcos vaya viento en popa y que tus padres no me amarguen el poder estar con él, por que es hombre... 
- Ya... .Bueno, ya sabes como son, pero te quieren mucho.
- Lo sé. 


Mientras tanto en la empresa.....

Alberto estaba con unos contratos muy importantes. Tenía que revisarlos antes de la hora de comer. Ya que por la tarde, tendría que ir con su suegro a una reunión. Aquella semana, después de volver de sus minivacaciones, se había puesto las pilas. Quería ser el mejor yerno. Quería ganarse la confianza de su suegro y quería terminar con lo que había pasado en el viaje. 
Aquella misma mañana, mientras pensaba en como solucionar todo. Jenifer le llamó. 

- Hola guapo. - dijo por teléfono. - ¿Qué tal la vuelta?
- ¿Qué haces llamándome?
- Me aburría. Estoy por el centro y había pensado que podríamos quedar para comer juntos y ....
- Y nada. Jeni te lo dije, no quiero nada. No quiero estropearlo. ¿No lo entiendes?
- El que no entiendes eres tú. Quiero verte. Y si no vienes, puede que...
- A mi no me amenaces. - Alberto se estaba poniendo nervioso. Sabía que cuando una mujer se enfadaba era proclive a hacer locuras.
- Además, tengo algo importante que contarte, y no puede esperar. 
- De acuerdo. Pero no quedaremos para comer. Tengo una reunión importante. Tomemos un café, ahora. Dices que estás por aquí.
- Sí. Estoy en la cafetería de la esquina. 
- Estupendo. Ahora voy.

Alberto colgó. Tenía que ir a verla. Tenía que convencerla para que no hablara. No sabía como. Pero sabía que ella no sería la peor. Todavía temía que Amanda le dijese algo a su mujer. Sabía que ella no lo soportaría. Sabía que no le daría otra oportunidad. 


 
De vuelta en casa de los padre de Ana....

- ¿Estás preparada para la gran fiesta? - preguntó Alex
- Pues no. No lo estoy. Ya sabes lo poco que me gustan estas cosas. Pero bueno, ya tengo mi papel aprendido. Iré hasta el altar, diré el sí quiero. Firmaré el papel y la gente ya no volverá a  ver a la novia.
- ¡No digas eso! - dijo su madre, mientras entraba en la cocina.
- Es la verdad mamá.
- No lo es. Esta vez tienes a tus amigos, podrás divertirte con ellos. Pero nada de desmadres, y esto lo digo por los dos.
- Lo sabemos - dijo Alex.- Pero no te preocupes, iré solo a la boda. Marcos y yo hemos pensado que mejor que no venga.
- Sí. A mi me parece una buena idea - dijo la mujer mientras se ponía el bolso. - Me marcho a recoger tu vestido. 
- Adiós mamá. - Dijo Ana sin entusiasmo. - No se lo tengas en cuenta. 
- Lo sé. No te preocupes, empiezo a saber como son.
- Bueno, pues si mañana vas solo, ni se te ocurra dejarme sola .... - Ana se levantó corriendo y se marchó al baño.
- ¿Estás bien? - gritó Alex.
- Sí. - Dijo Ana al salir del baño. - No entiendo por qué me pasa esto. Si no estoy nerviosa. Si hubiese sido en la otra... Pero no lo entiendo.
- ¿No estarás embarazada? - preguntó Alex medio en broma.
- ¡Que dices! - gritó Ana mientras se reía.

Pero pronto esa sonrisa, dio paso a una mueca. Ana estaba haciendo cuentas, y no le salían los números. Llevaba más de 15 días de retraso. 

No puede ser... Ahora no, no con lo que me viene encima, pensó. 

- Ana - Alex le cogía de la mano. - ¿Quieres que vaya a la farmacia?
- ¿Lo harías? - Ana estaba aterrada.
- Claro que sí. No te preocupes. Esto queda entre tú y yo.

3 comentarios:

  1. ¡¡¡OH DIOS MÍO!!!

    ¡Increible! Las mayúsculas no son gritos amenazadores es un intento de decirte "estoy fibrilando". De la emoción.

    En el capítulo anterior sabía que iban a pasar cosas muy importantes. También dije que iba a preparar las palomitas. Pero me has pillado fuera de juego. En el mejor sentido.

    Cuanta información, qué bien dosificada y de qué maneras nos has dejado con ganas de más. Ahora se pueden vislumbrar las futuros momentos que nos van a dejar a cuadros. Literalmente. Me lo veo venir.

    Definitivamente unir Jenifer y "Caaaaaaaaaaaaaaaaaari" ha sido superior. Muy logrado ;-) Y el hecho que Alberto los tenga por corbata... Me encanta, la verdad. No voy a regodearme porqué hay que tener visión de conjunto. Además si el "Don Corelone" llega a conocer a las arpías la trilogía hibiera sido diferente. Me da miedo imaginar "La venganza de las arpías".

    Y el toque final: "la sorpresa de la farmacia". En resumen aguantando la respiración y el ansia de saber más. Esta vez añades el hecho de poner la distancia de un fin de semana para dar vueltas y más vueltas.

    Pero sabes muy bien que estaremos muy muy muy pendientes del mensaje de aviso para e próximo capítulo. La lástima es no poder acompañar con palomitas esta emoción de leer las novedades.

    Solo una palabra más: F-E-L-I-C-I-D-A-D-E-S.

    Sigue así guapa :-)

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    Respuestas
    1. Veo que mi máxima fan no se ha quedado corta!!! jajajaja. Es lo que hay, verdad??? Ojalá tuviese más fans como tú. Así seguro que publicaría!!! jejejeje.

      Saludos y gracias!

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  2. Todo se andará Pati. Es que la sopresa ha sido doble: la publicación del acítulo y las novedades. Tremendo. ¡¡Fan incondicional forever and ever!! Uy si hasta he hecho una frase en inglés ;-) Gracias a ti.

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