jueves, 19 de enero de 2012

Suerte vuelve...(10)

Ana se encargó de todo el viaje. Me sabía mal que perdiese días de trabajo, ya que va a comisión y eso suponía menos ingresos, pero a ella no. Me contó que le debían vacaciones y que con todo lo que había ganado en los últimos años podía retirarse, si quería, pero no había encontrado nada que le motivase tanto como hacer de investigadora privada y encontrar a mi ex. 
Creo que el que más se alegró de esta decisión fue Jordi. Aunque él tenía que quedarse, pienso que serían unas vacaciones, en toda regla. Eso sí, Ana le advirtió que no quería que se viera con la vulgar recepcionista en su casa. Recuerdo que durante el viaje me contó que había pagado a la vecina, que de por sí es una cotilla de cuidado, para que vigilara a Jordi y si traía alguna mujer. Siendo sincera, yo tenía que haber hecho eso con mi ex. Creo que confiar ciegamente en una persona está sobre valorado. 

Mientras ella preparaba todo lo referente a nuestra escapada, yo me encargué de lo importante: Hablar con el banco, decidir mi inmediato futuro,.... Después de hablar con ellos y darme cuenta de que sin dinero, sin trabajo y sin nada lo perdería todo. Mi GRAN DECISIÓN, desprenderme de todo. Para ello, despedí a los empleados de la casa, solo eran tres, pero me dio pena. 
Después llamé a una inmobiliaria y le pedí que pusieran a la venta las casas con sus pertenencias. Yo solo quería mi ropa, mis zapatos, mis joyas, bolsos, maquillajes, cremas y ... creo que poco más. El resto sería vendido.

Sin trabajos y sin ingresos... ¿qué más podía hacer?
El único problema es que el banco me daba de plazo dos meses. Si en ese tiempo no daba vendida ninguna casa, empezarían con el embargo y yo no podría hacer nada. 

Salimos de viaje un martes por la tarde. Estaba muy nerviosa. No sabía como reaccionaría al verle... Después de todo lo que me había hecho y sentirme mal conmigo misma por él... 
El viaje se me hizo eterno. Entre la escala en otro aeropuerto y luego las siete u ocho horas en otro se me hacía interminable. Ana se había traído de todo para un viaje largo. Incluso su propia almohada. Se nota que viaja muy a menudo, pensé. No se olvidó nada, los cascos, el ipod, la tablet, un libro,... Yo me había comprado un libro y unas revistas en el aeropuerto de escala. 

Llevaba rato mirando una de las revistas que había cogido. Era una revista sobre empresas, proyectos, fusiones,... 
Estaba a punto de cerrarla por aburrimiento cuando....Al pasar a la siguiente hoja los vi. Una foto de los cargos más importantes de mi antiguo trabajo. Y para mi sorpresa con los trabajadores de año.... Estaba él: ¡TONI!
Empecé a leer el artículo, donde hablaban sobre la carrera de aquella empresa, las grandes campañas publicitarias que habían hecho (casi todas supervisadas por mi y con gran éxito), además de la última campaña de una joven promesa en la industria. En la siguiente página la publicidad hecha por él... ¡PERO SI NO PUEDE SER!, grité sin darme cuenta de donde estaba....
- ¡ESE MAL NACIDO!HIJO DE SATÁN!..... -gritaba inconsciente de todo. Ana, que estaba medio dormida, se despertó del susto, una de las azafatas vino a ver que pasaba. Toda la primera clase estaba nerviosa por los gritos de la loca. Sí, la loca...era yo.
-¿Pero qué pasa? - me dijo Ana
-¡Mira!, este es el mal nacido del que te he hablado, y lo peor es que la publicidad que han hecho servir es la que yo misma presenté, con todo lo que dije para hacer y él.... -me puse a llorar de la rabia -¡ÉL SE LLEVA TODO EL MÉRITO!, mientras yo me quedo sin nada y todo se desmorona a mi paso....
- No puedes comportarte así. Esto se arreglará. Es un bache, no puedes ser tan débil. Tienes que...¡reaccionar! - Ana me dio un bofetón en la cara, y aunque parezca mentira, eso hizo que reaccionara y me diera cuenta de mi estado. 

El resto del camino fui callada, mirando una revista del corazón y cotilleos, que una amable señora le había prestado a Ana para cambiármela por la que tenía en la mano.

Cuando llegamos al aeropuerto, un hombre nos esperaba. Ana lo había preparado todo sin reparar en gastos. Ese momento me hizo pensar. Solo hacía unas semanas yo era igual. Gastaba sin pensar en el mañana. No tenía conciencia de lo que podía pasar y muchas veces, vivía por encima de mis posibilidades. 
Ahí estaba, una super limusina blanca en la puerta, con un chófer y un recoge maletas. 
Nos llevaron directamente al hotel. ¡VAYA HOTEL!, de los que a mi me gustaban.

- Es este el hotel - dije en la entrada.
- Sí. Estamos en una villa, para que no nos molesten.
- ¿Ellos también están aquí?
- Sí - sentenció Ana. - Es el mejor hotel de la isla. Pero no te preocupes, no nos verán hasta que nosotras queramos.

El hotel era perfecto. Las villas fabulosas, y lo mejor era que cada una tenía su propio camino al hotel. Así que no te encontrabas con nadie si tu no querías. 
Cada villa tenía su propia piscina, con vistas al océano. Nuestro propio servicio de habitaciones, con un camarero durante todo el día. Era simplemente, perfecto.

Nos aposentamos en nuestras habitaciones. Yo tenía ganas de ir a buscar a mi ex, pero Ana me dijo que lo mejor era relajarse. Era casi la hora de cenar, así que nos preparamos para ir al restaurante.

- Ponte lo mejor que hayas traído. He llamado al servicio de spa y relax, nos van a mandar a dos chicas para que nos hagan un masaje y nos preparen. Esta noche estaremos arrebatadoras. Ya verás cuando nos vea llegar.... - Ana estaba entusiasmada con el encuentro. Podría decirse que más que yo y eso me molestaba. No entendía por qué quería verlo estando tan fabulosas, si lo que quería era que me devolviera mi dinero.

Una media hora más tarde, estábamos tumbadas en unas camillas, cerca de la piscina. Dos chicas nos masajeaban la espalda, mientras el camarero preparaba la tercera ronda de margaritas. Después de ese relajante y perfecto masaje, Ana se tumbó a beberse su último margarita, mientras a mi me maquillaba una de las chicas y la otra me hacía un recogido precioso, con unos cuantos rizos sueltos, que caían cerca de la cara. 
Desde pequeña había tenido un pelo rizado y rubio. Recuerdo que era la envidia de todas las niñas en el cole. Durante mi adolescencia, quise hacer un cambio en mi pelo. Pero la gente siempre me decía que a mi personalidad le iban los rizos. Cuando, por fin, asumí que mi pelo era así, y que era mejor que el pelo liso y lacio de muchas otras, empecé a sacarle partido. Era mi arma secreta, un pelo precioso que olía a flores.
Ana, en cambio, era más práctica. A ella solo tuvieron que maquillarla, ya que su pelo era corto. Cuando la conocí tenía una media melena negra azabache, preciosa, pero el problema era que no lo podía domar, siempre hacía lo que quería, según ella, así que decidió cortar de raíz y hacerse un corte juvenil y que se pudiese peinar en menos de dos minutos. La verdad, creo que le queda mejor.

Después, cada una se marchó a su habitación y se preparó para ir a cenar. Yo me puse el mejor vestido que había traído. Que, por casualidad, era un regalo de mi ex. Un vestido de seda, rojo (como el rojo Valentino), hasta los pies, con una raja en la pierna izquierda que llegaba por encima de la rodilla. Era precioso, con un escote en v y una espalda en x. Me puse unas sandalias de Jimmy Choo, negras con cristales en los tobillos.
Ana iba de negro. Llevaba un precioso vestido hasta las rodillas. El escote era de corazón, arrapado hasta la cintura donde iba cogido a la cintura con un fajín fucsia, después el vestido era todo vuelo, con muchas capas parecía una princesa de negro. Los zapatos de tacón, del mismo color que el fajín daban un toque de distinción a su elección. Por supuesto, se puso una gargantilla de diamantes que Jordi le regaló en su primer aniversario de casados. Estaba exuberante.

Salimos de la villa, para encaminarnos hasta el restaurante del hotel. Por el camino Ana fue diciéndome todo lo que tenía que hacer. Nada de nervios, ser fría, impasible, no montar una escena. Dejar que ellos mismos tuviesen miedo de la reacción. No mostrar ningún sentimiento (era lo que más repetía), por que es un signo de debilidad.

El restaurante era precioso. Tenía un techo de madera y cristal. No tenía paredes y podías escuchar a los bichitos durante la cena, pero estábamos a salvo de cualquier picadura, gracias a unas finas gasas que colgaban de los alféizares. Parecía que estábamos predestinadas a que todo el mundo pudiese vernos, pues la mesa que nos tocó estaba justo en el centro de aquel precioso comedor. 

No me atrevía a mirar a otras mesas. Estaba demasiado nerviosa y quería tranquilizarme. Pero antes de que eso pasara Ana los encontró. Estaban en una de las mesas de los laterales, medio escondidos de todo el mundo. Bebiendo Champan, mientras se sonreían el uno al otro. 
Antes de que me levantara con toda la furia contenida, Ana me paró. Llamó al maître y le pidió que llevaran una botella del mejor champan a aquella mesa. 
Cuando el camarero llevó la botella a la mesa, se sorprendieron por el regalo. Rápidamente mi ex se levantó para ver quién había sido. En ese momento, Ana y yo, con la mejor de nuestras sonrisas levantamos nuestras copas, como si quisiéramos brindar. 
Se quedó tan pálido que pensé que le había dado un infarto. Pero, desgraciadamente, no fue así. Se sentó y cuchicheó algo a su acompañante. Ella nos miró y nos desafió, levantando su copa, brindando en el aire, bebiendo y acto seguido dándole un largo beso a él, mi ex.

El se levantó y se acercó a la mesa.

- ¡Qué sorpresa! - dijo sonriendo, disimulando su desagrado.
- ¿Por qué? ¿Pensabas que con 10€ no podría venir a pasarlo bien? - No pude contenerme. Tenía demasiada ira reprimida. Pero eso sí, me comporté, no chillé, ni armé escandalo. No lo hice hasta que....
- ¿Y tu? - le preguntó a Ana. - ¿También has venido por un arrebato de celos?
- Yo estoy aquí por que soy amiga de Alicia y no se merece nada de lo que le has hecho. Solo queremos hablar contigo y llegar a un acuerdo. 
- ¿Acuerdo? - me miró y sonrió -. ¿Tu "amiga" no te ha contado nada?
- ¿Nada? - estaba desconcertada. No entendía nada de lo que estaba pasando.
- No le hagas caso, querida. Está demasiado nervioso y dice lo que sea.
- Sí, es verdad - Se sienta con nosotras y a mi se me revuelve el estómago al oler su colonia -. Estoy nervioso, por que no pensé que vosotras dos, precisamente, vinierais aquí. Es verdad, fui un tonto al no cambiar de isla, pero qué quieres... Alicia tiene buen gusto. -En ese momento, levantó su copa y dijo - por vosotras, la ingenua Alicia y la "amiga" del alma. 
- No entiendo que estás queriendo decir, pero me da igual. - No quería que siguiera con su juego, quería hablar claro. -Creo que me debes algo y no me iré de aquí hasta que me lo des.
- Aja... Pero creo que sería mejor que tuvieses cuidado con quien te juntas. Parece que no aprendes, después de todos los palos que has recibido. Piensas que ella es la primera que he tenido y no es así.
- Lo sé. Sé que me has estado engañando con mujeres que eran clientes del bufete.
- No todas eran clientas. ¿Verdad Ana?

No. No. No. No me podía creer que dijese eso. Ana no podría ser capaz... ¿o sí?. A lo mejor todo lo había hecho por el remordimiento de conciencia. Lo que sabía era que no me miraba a la cara. No tenía valor. 

2 comentarios:

  1. ¡¡Pati!!!

    Oficialmente: deberían premiarte
    por saber dejarnos con más ganas
    y en el mejor momento.

    Me ha encantado. Vas avanzando en
    el argumento pero siempre hay dos sorpresas: información extra que
    nos dosificas y la sorpresa final.
    Como aquel famoso "hasta aquí voy a leer" solo que más emocionante y
    sin ningún partamento en Torrevieja hehehehehehe.

    Perdona se me descontrolan las neuronas. Felicitarte una vez más por la historia, lo bien escrita que está y lo enganchados que nos tienes.

    ¡¡¡Felicidades!!!

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  2. Al principio me estaba diciendo que yo también quería una amiga del alma como Ana...que me llevase a hoteles estupendosos pero ahora no estoy tan segura...

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