martes, 3 de enero de 2012

Suerte vuelve...(6)

Al día siguiente me levanté temprano. La verdad es que no pude dormir en toda la noche. No dejaba de pensar en la mentira, ¿me pondrá los cuernos y no me lo quiere decir?, pensé. 

Me resultaba extraño pensar eso de él. Era imposible que prefiriese estar con otra, yo era su alma gemela... Siempre lo habíamos dicho. Pero, justamente por eso, no dejaba de pensar en la mentira.

Recuerdo que estaba en la cocina, inmersa en mis pensamientos, sin mirar a ninguna parte cuando él entró allí. No sé si al verme la cara supo que algo pasaba, pero se acercó a mi, me dio un beso y se confesó. 

- Sabías que habías mentido.
- Perdona. No quería que pensaras que soy frívolo con lo que te está pasando. Un caso importante en el que trabajé durante meses ha salido estupendo. Así que unos cuantos nos fuimos a celebrarlo.
- ¿Frívolo? ¿Por qué?
- Porque tu ahora lo estás pasando mal con lo que ha pasado en la agencia de publicidad y no quería restregarte que a mi me va bien en el mío.
-¡Ah!, es por eso.... - la verdad es que sí que me daba envidia ver como se desenvolvía tan bien en el bufete, mientras yo estaba tirada en casa, sin saber qué hacer. - Sí, tienes razón, no hubiese sido muy... cortés. Aunque si yo fuese una de esas mujeres huecas, que su mayor aspiración es servir a su hombre, seguro que me lo habrías contado.
- No digas eso... No es verdad. Sabes que te quiero como eres.
- Justamente por eso. - Dije apesadumbrada -. Tengo demasiado tiempo libre, siempre me has visto trabajando. A lo mejor, no te gusto de esta manera. Pero eso cambiará en menos de 48 horas.
- ¿Y eso? - preguntó sorprendido. 
- Ayer quise explicártelo. Pero como llegaste tarde. Sé que pronto volveré a la agencia, si no es así, creo que tendré la suerte de contar con dinero para crear la mía propia. Lo he estado pensando...
- Sí... - está mirando el reloj sin prestarme mucha atención, así que paro de hablar -. Perdona cariño, es que tengo que irme al trabajo. Llego tarde y ya sabes como es esto.
- No te preocupes - le digo desanimada -. Si eso esta noche preparo algo de cena y te lo cuento.
- Vale. Me voy - me dijo al darme un fugaz beso en la mejilla. - Te prometo que llegaré temprano.
- Y otra vez... - debía decírselo -, no me mientas. No te sienta bien.


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Por la noche...
Mi ex (he pensado que es mejor decirle ex, si no parece que no lo he superado), llegó temprano. En su mano derecha llevaba el maletín y en la izquierda, un precioso ramo de rosas rojas.

Supuse que quería resarcirme por la mentira. Mientras cenábamos un delicioso pollo al curry con arroz basmati y especias, le solté la bomba.

Al principio no le gustó. Supongo que su moral no le dejaba vivir si no me decía lo mal que me estaba portando con ellos. Pero cuando le enseñé las fotos y le conté lo que habíamos hablado, lo que me habían verificado, entonces me dijo que se lo merecían. Se puso pronto de mi lado. Incluso me dijo que si ellos no pagaban, los podía demandar. 

- Puede que no prospere a mucho, pero así la empresa se asustará. Si no te devuelve tu trabajo, podrás conseguir la indemnización que no te quieren dar.
- He pensado que si no me dan el dinero. Hablaré directamente con Adolfo. Seguro que se alegra al saber que todo era un montaje. Al fin y al cabo, yo era de las mejores que tenía. Mi clase y mi disposición no la tiene nadie más.
- ¿No tienes abuela, verdad? - recuerdo que me lo dijo medio riendo.
- No. No la tengo y sí, por eso me echo todas las flores. Pero lo hago con conocimiento de causa. Soy la mejor, lo sé y seguro que me devuelven el trabajo sin pensárselo dos veces.

Seguimos hablando de otras cosas. Su trabajo, la casa, el próximo viaje que haríamos, .... Volvía a ser feliz, pues por fin tendría la venganza por la tontería de esos dos niñatos. Tenía que esperar un día más. Bueno, una mañana más. Por que a la tarde tenían que darme el dinero, ponerse en contacto conmigo, o algo.

Esa noche mi marido, perdón, ex marido y yo hicimos el amor. Llevábamos una pequeña racha, desde mi despido que casi ni nos tocábamos. Aquella noche volvimos a disfrutar de nuestra compañía, nuestros cuerpos, nuestro amor... Sencillamente perfecto.

Al día siguiente se levantó y se fue rápidamente. No quería quedarme toda la mañana sin hacer nada. Así que pensé en ir al centro de la ciudad, de compras. Además me pasaría por alguna agencia de viajes, para mirar alguna sorpresa para mi marido.

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La mañana pasó rápido. Sin que me diera cuenta era casi medio día. Lo recuerdo, por que me fui a tomar unas tostas con un poquito de vino, después de pasar por una agencia nueva. La verdad es que tenían unos viajes de lujo perfecto para nosotros. Relax, país exótico, sirvientes,... En fin, un sueño hecho realidad. 

De pronto me sonó el teléfono. Pensé que serían ellos, los chicos, pero no. Para mi sorpresa era el Señor Casas. Me pedía que fuese a su despacho al día siguiente, pues teníamos que hablar de todo lo referente a mi despido y del arreglo final. Quise preguntarle por el nuevo encargado de la sección, pero pensé que levantaría sospechas y quería que si ellos no decían nada, yo pudiese dar una sonora sorpresa en la empresa. Simplemente le dije que allí estaría a primera hora de la mañana.

Cuando llegó mi ex le expliqué lo que había pasado y lo que no. Pues la pareja del año, no me había llamado. La verdad, resulta frustrante cuando esperas algo de alguien y te decepciona. Sinceramente, pensé que Toni daría señales de vida. 

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Me levanté bien temprano. Preparé mi entrada espectacular con mis mejores galas, pues me puse un traje nuevo de chaqueta y falda, de color burdeos de Carolina Herrera, por supuesto estaba perfecta. Me despedí de mi marido en el parking. En ese momento, al acercarme a él noté algo extraño. Pero no supe identificar el qué. Solo podía pensar en la reunión que tendría aquella mañana.

Llegué sobre las nueve de la mañana a la oficina. Pedí un pase, como hacen las visitas. Saludé a todo el mundo, con la mejor de mis sonrisas. Caminé fuerte, con la cabeza bien alta. Ahora todos sabrían que yo no era esa persona que habían dicho. Seguro que pronto recibiré felicitaciones de mis compañeros, pensé.

Llegué al despacho del Señor Casas. Su secretaria ya me estaba esperando. Por supuesto fue igual de seca que siempre. Mientras esperaba en el despacho de la secretaria, vi mi antiguo grupo de trabajo. Me habían visto, estaban cuchicheando. Seguro que alguno de ellos me echaba de menos.

- Señora. Puede pasar. El Señor Casas le espera en su despacho.

Justo antes de entrar miré a la secretaria y le pregunté si el jefe estaba solo. Ella me dijo que no, pero no estaba autorizada a decir quien estaba en la sala. Creo que eso me asustó un poquito. Pero no podía flaquear. Todo volvería a ser como antes. Volvería a mi puesto de trabajo. Llevaba la carpeta con las fotografías. La parejita se acordaría de mi para siempre.

Cuando entré en el despacho mi antiguo jefe se acercó a mi con una sonrisa de oreja a oreja, preguntándome como me había ido en ese mes y medio que había estado fuera. Quise contestarle que no había estado fuera por propia voluntad y encararme a él rápidamente. Pero me frenó el hombrecillo de gafas que estaba sentado en la mesa. Se llamaba Andrés y es el abogado de la empresa. 

- No pensé que tuviese que traer a mi abogado. Si esperan un momento, lo llamaré. - Les dije mientras buscaba el móvil en mi bolso de Gucci.
- No hace falta - me contestó Adolfo. - Es una mera formalidad. Realmente quiero hablar contigo sobre unos acontecimientos que han pasado recientemente. 
- Si. Dime.

El Señor Casas se encontraba nervioso, se le notaba muchísimo, pues no sabía como empezar a hablar. Al final se armó de valor y me contó que Toni había confesado lo que habían hecho él y su "amigo" (lo pongo entre comillas, como lo hizo él mientras hablaba. Es gracioso cuando un hombre no soporta decir la palabra pareja, cuando se refiere a dos hombres...). Perdonar, sigo.

Como os decía, mi jefe me contó todo. Por lo visto Toni no había podido aguantar la presión del dinero y decidió que era mejor cantar. Seguramente lo hizo por que tiene una familia adinerada y él sabía que no se quedaría en la calle. 
Después de decirme cuanto lo sentía, el abogado me pasó un papel doblado. Cuando lo abrí encontré un número escrito. 100.000€.

- ¿Qué es esto? - pregunté desconcertada.
- Pues es tu indemnización. - Adolfo estaba más nervioso que antes. Incluso estaba sudando.
- Ya... Pero pensé que había dicho que lo habían confesado. Así que no entiendo por que me da una indemnización. o lógico es que me devuelva mi puesto de trabajo.
- Sí. Puede ser, pero.... - el Señor Casas no quería seguir.
- Señora ... - es momento de que entre el abogado. - El Señor Casas ha estado sopesando la idea de volverla a contratar. Pero usted estuvo "robando" (tantas veces viendo las comitas con los dedos, me daban ganas de rompérselos) a esta empresa. Sí, usted no plagió ese trabajo, y por lo que hemos comprobado ningún otro, el problema es que no hacía su horario completo, cargaba cosas a la empresa que luego eran para disfrute personal,... Como comprenderá hemos sido muy generosos, al fin y al cabo la empresa no ha querido denunciarla.
- Ya... Pues no. No lo veo. Veo que ahora quieren que me calle. Quieren que guarde silencio y por eso me dan este dinero. Pero sabe qué pasa. Que este dinero no es lo que le pedí a Toni. Quieren que guarde silencio, que no monte un escándalo o que su empresa siga siendo de las mejores en este país. Pues entonces págenme lo que pedí si no me devuelven mi puesto. Y ya puestos - me levanté de la silla, orgullosa, mirando a mi ex jefe - Adolfo, quiero una rectificación en el mundo de la publicidad, para que otra empresa me contrate, si no, sí que hablaré. Mañana volveré y además vendré acompañada de mi abogado.

Después de estas palabras salí del despacho. Con las prisas de salir de allí me había dejado las fotos de la parejita feliz, cuando era feliz. Pero daba igual, tenía muchas copias. Mientras bajaba en el ascensor llamé a mi marido, pero no me contestaba. Así que decidí ir a verle al bufete donde trabaja. 

Llegué veinte minutos más tarde. Pregunté en recepción por él. Pero la chica, por cierto muy mal educada, me dijo que se había ido a media mañana y que dijo que no volvería hasta la tarde. Intenté preguntarle si sabía donde estaba. Al fin y al cabo yo era su mujer. La chica, estaba hablando por teléfono, me miró como si no se terminara de creer que yo era la mujer de su jefe. Después, simplemente me dijo: lo siento, pero soy una recepcionista, a mi no me dan esa información, y se giró para seguir hablando con el teléfono. Pero no estaba dispuesta a esperar allí como una vulgar visita. Intenté que me hiciese caso, que me pasara con su secretaria. Pero nada. Todo era inútil. Perdón, lo mejor es decir que ella era una inútil. Así que como no vigilaba me colé y me fui hacia el despacho de mi ex. 

Evidentemente no había nadie. Así que me senté a esperar. Mientras intentaba localizarlo, pero tenía el teléfono desconectado. Por lo visto, cuando la recepcionista, por fin, se soltó del teléfono empezó a buscarme por la oficina, y cuando me encontró empezó a chillarme que yo no podía estar allí. Le dije que era su mujer y que solo le esperaba en su despacho, y fue entonces cuando me dijo que o me iba o llamaba a seguridad. Decidí que no era bueno para la imagen de mi ex que llamaran a seguridad. Pero intentaría por todos los medios que echaran a esa recepcionista estúpida de allí. 

Justamente, cuando salí a la calle, me encontré con él. Mi marido venía hablando con unos clientes. Al principio se sobresaltó. Dejó que sus colegas fueran con los clientes y vino a buscarme. Antes de que dijese nada, le pregunté por su móvil y por que no lo cogía. Sin batería, según recuerdo. 

Fuimos a una cafetería cercana donde le pude explicar lo que había pasado y que necesitaba su ayuda. Él estaba petrificado. No sabía por que no había cogido el dinero. Le expliqué que ellos podían pagar mucho más por mi silencio y que por eso lo necesitaba a él. Miró su agenda. Por suerte podría venir conmigo. Vi la transformación de mi ex en un par de segundos. Pasó de ser un humilde abogado con moral a ser un marido queriendo que su mujer gane una millonada. Después seguimos divagando con lo que haríamos con tanto dinero, él quería hacer un viaje por todo el mundo, yo quería trabajar. Sí, me encanta estar de vacaciones y que me lo hagan todo, pero echaba de menos el estres.

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Al día siguiente, los dos nos subimos al mercedes de mi marido y nos encaminamos a la reunión más importante de nuestras vidas. 

La verdad, salió espectacular. Lo primero que pasó... Según recuerdo, en la puerta me encontré con Toni. Al principio me sorprendió verlo. Pero luego até cabos. No querían devolverme mi puesto de trabajo, por que aún habiendo hecho lo que hizo, era el hijo de... y eso le daba derecho a quedarse allí. Al que no vi fue a Marcos. Así que, sin contarme un pelo, le pregunté directamente a su "amigo" donde estaba. 

Toni no me quiso contar nada. Solo me dijo que ya no trabajaba allí. Unas semanas después de todo esto, me enteré de lo que había pasado. Toni había vendido a Marcos y por eso pudo quedarse en la empresa. En cambio Marcos tuvo que irse de la ciudad, por que nadie le quería contratar, ni como asistente personal.
La verdad, no me dio ninguna pena, pues él intentó hacer lo mismo conmigo. Pero sí me dio rabia ver que Toni seguía allí, sin problemas.

Después de esto fuimos al despacho. Esta vez no nos hicieron esperar. Entramos directamente. Allí estaban los dos. Esperando que llegáramos. 

Antes de que nos dijesen nada, mi marido pidió que fuésemos rápidos, pues él tenía que marcharse a otro caso que tenía. Al Señor Casas le pareció perfecto no tener que demorar más todo lo que pasaba. Volvieron a hacer lo del papel doblado, pero esta vez la suma de dinero era casi indecente. No podía creerme que me diesen ese dinero.

Pero Adolfo, antes de que dijésemos nada lo dejó bien claro: Es nuestra oferta, la única y espero que después de esto no volvamos a saber de este tema tan feo. Por supuesto, tendrás tu carta de disculpa, aunque los socios más selectos ya saben que tu ayudante fue el que plagió, a conciencia, el trabajo de otro compañero, por celos. Y eso es lo que queremos que sepan. ¿Crees que con eso tendrás suficiente, para seguirnos la corriente?

Mi ex me miró, los dos sabíamos que con eso podríamos vivir muy bien durante mucho tiempo. El abogado esperaba mi respuesta, cuando vio que era afirmativa sacó un documento donde se especificaba todo lo hablado en aquella reunión. Firmé, me despedí de mi jefe, de mi trabajo, de los compañeros que están muy por debajo de mi,.... 

Fuimos a celebrarlo. Mi marido se tomó el día libre. La verdad es que teníamos mucho en que pensar. Mi ex me dijo que no dejaría su trabajo hasta que dejara listo el último caso. Tendríamos dinero, seríamos los mejores del mundo, pero él seguía pensando en los demás. 

Fui a buscar el mejor viaje que encontré. Dos semanas de relax en una isla paradisiaca en medio de la nada, solo nosotros dos, con la gente del hotel, playa de arena blanca, agua cristalina,... La habitación, por supuesto una suite. Siempre viajábamos por todo lo alto, pero no en estos hoteles, no en suites, ... Mi marido se pasó las últimas dos semanas en el trabajo, casi día y noche, siempre me decía que lo quería dejar todo listo. Así que no me quejaba. Aunque me sentía terriblemente sola. 

Una noche llegó a casa. Y soltó lo que estaba esperando. El viernes sería por fin libre de aquella carga. Habían terminado con aquel cliente. Lo había dejado todo preparado. Solo volvería para dejar los últimos papeles en regla. Así que a la mañana siguiente llamé a la agente de viajes. Le pedí que lo cogiese todo para el viernes por la tarde. El vuelo saldría sobre las cuatro de la tarde. Ella necesitaba el número de los pasaportes. Pero, aunque parezca extraño, no sabían donde los guardaba mi ex. Así que le llamé. Y él, todo caballeroso, me dijo que él mismo pasaría por la agencia aquella tarde, para que le prepararan los billetes. Dejé todo dispuesto con la agente de viajes. No veía el momento de podernos marchar a vivir la vida.... Aunque solo fueran unas semanas, incluso un mes, teníamos todo el derecho a ello. Nos lo habíamos ganado.

Por la noche lo celebramos por todo lo alto. Por fin nos iríamos los dos juntos, a pasar unas vacaciones de ensueño, codeándonos con la gente de nuestra clase social, no los parias de la oficina.
Bebimos, bebimos, bebimos, creo que cenamos,... La verdad lo tengo todo difuso, muy, muy difuso. 

Solo recuerdo que me desperté. Olí a comida. Por lo visto nos habíamos olvidado de dar fiesta a la asistenta y estaba preparando algo para comer. Me dolía la cabeza, las piernas, los brazos... en fin, todo el cuerpo. Intenté hablar con ella, pero se me trababa la lengua, tenía una resaca espantosa. La luz de sol era cegadora. Parecía un vampiro a punto de explotar por el contacto al sol. Bebí agua, mucha agua. Por fin abrí un poco más los ojos. 

La asistenta me miraba, pero no me decía nada. Le pregunté donde estaba mi ex. Y ella solo me dio un sobre con mi nombre. Por lo visto se lo había encontrado encima de la mesa. 

Era una nota:

Lo siento. Ya no te quiero. Me marcho.
Alberto.

2 comentarios:

  1. Hola :-)

    Enhorabuena Pati, tan estupenda
    como siempre. Esta vez ha habido mucha información. Aunque al fi-
    nal te quedas O_O Sin palabras.
    Aunque tú sabes como "jugar" con
    ellas para hacer maravillas li-
    terarias.

    A seguir así ya lo sabes. Genial.

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  2. Me quedo muelllltttttaaaa...sera capullín Alberto...budú con él!!!!

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